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El Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) ha dejado en suspenso las autorizaciones para la extracción de lobos en varios municipios de la comunidad tras la solicitud de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL) porque «es desproporcionada, sin antes ... aplicar otras medidas de prevención y protección del ganado y de control del lobo ibérico que no supongan su muerte». Un recordatorio al Gobierno de Miguel Ángel Revilla -otro más- de su inacción para garantizar la coexistencia entre el sector primario y la fauna silvestre, necesaria ante los retos comunes del cambio climático y la despoblación en el medio rural.
Acto seguido, obviando lo que el TSJC deja bien claro, el consejero de Ganadería (y también de Medio Ambiente, aunque cueste creerlo), Guillermo Blanco, comparaba al lobo con un pincho de tortilla explicando que, cuando a un gorrón que entra en un bar varias veces para robar un pincho de tortilla se le pone enfrente un tío de dos metros para decirle que no lo haga, es cuando deja de hacerlo. En el caso del lobo, el tío de dos metros sería el encargado de matarlo para advertir al resto de la manada que no vuelva al lugar del ataque. Ni un criterio científico ni métodos de gestión éticos y no letales aplicados en otros lugares, como la translocación. Habla de pinchos de tortilla como si los lobos fuesen seres inertes colocados en la barra de un bar.
No ayuda tampoco el manoseo de los datos de forma interesada. Con un censo de 2014, se atreve a afirmar que hoy tenemos 4 veces más manadas que hace 22 años. La solución que propone para reducirlas es seguir matando, «extrayendo con cirugía precisa», esto es, caza selectiva. Sin embargo, los especialistas científicos en la especie hace tiempo que vienen advirtiendo que matar a miembros de una manada al azar -como realmente se produce- tiene como consecuencia desestructurarla. No sólo si cae el alfa, sino que, si de una manada mueren dos o tres ejemplares, el resto tendrá muy difícil cazar ciervos, corzos o jabalíes. El resultado del hambre es atacar al ganado, venciendo su temor al hombre. Es decir, abatir lobos puede no ser la solución, sino parte del problema.
Por otro lado, aun estando en la cima de la cadena trófica, el lobo compite con otros carnívoros en busca del mismo alimento. Su papel es crucial en la salud de los ecosistemas y su presencia minimiza la prevalencia de enfermedades -como la tuberculosis- entre sus presas y, por tanto, que las transmitan al ganado.
Los ataques de lobo al ganado, que existen e implican, no sólo un perjuicio económico, sino también emocional para las familias ganaderas que lo sufren, deben formar parte del debate con rigor, también mediático. Según datos oficiales de la propia Consejería, de septiembre de 2020 a julio de 2021, antes de la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE), el número de animales muertos fue de 1342 (610 ovino, 285 equino, 232 bovino, 214 caprino y 1 asnal). En ese mismo periodo, el número de animales heridos fue de 112 (48 ovino, 29 equino, 14 bovino, 21 caprino y 0 asnal). De septiembre de 2021 a julio de 2022, después del LESPRE, el número de animales muertos fue de 1350 (497 ovino, 384 equino, 310 bovino, 155 caprino y 4 asnal). En ese mismo periodo, el número de animales heridos fue de 86 (30 ovino, 41 equino, 12 bovino, 3 caprino y 0 asnal). Es decir, ha habido 8 animales muertos más (+0,59%) y 26 heridos menos (-23,21%), en una cabaña ganadera que contaba en 2020 con 269.640 vacas, 34.273 ovejas ó 18.748 cabras. Por tanto, los daños del lobo han de abordarse sabiendo que podrán minimizarse si se actúa correctamente, pero no desparecer del todo, haya más o menos presencia del carnívoro, sea o no especie cinegética o protegida.
La solución vendrá lejos de la alarma social y sin malgastar más tiempo y dinero de todo el mundo en una vía judicial caduca y que ya desde las propias filas ganaderas cuestionan. Recuperemos el diálogo y el consenso dinamitados por el PRC en la Mesa del Lobo, empleemos los recursos públicos en medidas de prevención y control del ganado, formación y pagos rápidos para que el sector primario viva una adaptación justa al igual que han vivido otros sectores. Las familias ganaderas agradecerán más atención y menos fotos.
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