Menos lobos, ministra Ribera
ANÁLISIS ·
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ANÁLISIS ·
El conflicto interminable en torno a la protección y el control del carnívoro salvaje plantea una nueva batalla política enconada con la supervivencia de la ganadería y el medio rural como fondo'Menos lobos, señora ministra', responden la Cantabria rural y la clase política al fervor conservacionista de Teresa Ribera, la vicepresidenta cuarta del Gobierno central ... y titular de la cartera de Transferencia Ecológica que otorga a los cánidos salvajes un régimen de protección especial que los excluye del catálogo de especies cinegéticas. Una medida tan drástica agravia a la media España donde la especie está presente y levanta ronchas hasta en el propio Gobierno, con la abierta oposición del ministro de Agricultura Luis Planas. Una nueva batalla de la guerra eterna en torno al lobo que se librará en la calle y en los montes, en las instancias políticas, en la opinión pública y hasta en los tribunales. El PRC de Revilla abandera la indignación de los ganaderos, que también comparten los partidos de la oposición, mientras que el PSOE, con distintas sensibilidades en su seno, navega con cautela entre las directrices políticas de Madrid, su posición en el Gobierno y el clima general en Cantabria sobre el necesario control de los lobos.
A lo largo de la pasada legislatura, el Gobierno regional, sindicatos ganaderos, grupos ecologistas y expertos persiguieron un difícil consenso sobre la gestión del lobo que conciliara la protección de la especie y el control de su población que opera en todos los países donde se asienta el carnívoro salvaje, y que finalmente también se contempló en el Plan de Gestión de Cantabria.
Las intenciones del Ministerio de Transición Ecológica, inspiradas por el grupo protector del lobo Ascel, de ampliar la protección especial ya se veían venir meses atrás, así que el PRC llevó al Parlamento en noviembre una iniciativa para reclamar que se mantuviera el estatus de especie cinegética para que no se disparase su población, que en Cantabria se calcula en una veintena de manadas y casi 200 ejemplares. Todos los grupos políticos apoyaron la moción, también el PSOE con bastantes dudas y hasta con el llamativo voto en contra de su diputado Javier García-Oliva, con fuertes convicciones conservacionistas, que ahora se ha visto respaldado por el ministerio de Teresa Ribera.
El margen para reconducir el conflicto es reducido. Los ganaderos se indignan porque temen que la nueva normativa hará que cada vez con más lobos rondando pueblos y fincas se arruinará su medio de vida. En el horizonte, el riesgo de que las protestas se extiendan al vandalismo en los montes. No sería la primera vez.
Mientras tanto, el Ministerio de Transición Ecológica y el movimiento ecologista recurren a la pedagogía para justificar sus directrices y convencer a la opinión pública. La acción de los lobos sólo afecta, dicen, al 1% de la cabaña ganadera, la indemnización de los daños está contemplada en la Política Agrícola Común (PAC) y en casos puntuales el lobo podrá ser abatido, no en batidas de caza, sino por personal de la Administración autorizado.
La batalla política está también muy enconada. El presidente Revilla dice que será inflexible en este asunto, entre otras cosas porque la defensa del medio rural está en la esencia del PRC. El consejero Blanco, que nada más tomar posesión autorizó las primeras batidas y dejó claro que su prioridad es la defensa de los ganaderos antes que la de los lobos, asegura que llegará hasta el final en su postura, hasta los tribunales si hace falta. Todas las comunidades del Noroeste golpeadas por el lobo rechazan la protección especial de la especie, también el ministro Planas ha dejado buenas palabras en su visita a Cantabria sobre la deseable coexistencia de la sociedad rural y el animal salvaje. Al oír el ruido de los ganaderos en pie de guerra, Ribera se dice dispuesta a buscar un acuerdo con las regiones afectadas después de que su departamento hubiera dicho que no habrá marcha atrás. Veremos.
Los partidos del arco parlamentario apoyan los controles del lobo, sólo Podemos celebra las restricciones de Ribera. Naturalmente, al PSOE, que es el único partido de izquierda en la Cámara, no le hace ninguna gracia que los podemitas, desde el extrarradio político en Cantabria, se hagan con el estandarte ecologista, y menos cuando se trata de una medida que llega desde el Gobierno Sánchez, pero también ha de tener en cuenta otros factores. Por ejemplo, que es el socio en el Gobierno Revilla y que en el propio PSOE, en la ejecutiva y en los órganos municipales, no todo el mundo está a favor de proteger al lobo más de la cuenta.
En este aspecto sucede como en la Ley del Suelo que en algún momento tendrá que ser sometida a debate en el Parlamento. El PRC se propone una normativa suave, con las mínimas restricciones al progreso económico de la Cantabria rural, en sintonía con los partidos del centro-derecha. Al PSOE le correspondería hacerse fuerte en la preservación medioambiental del territorio, pero también en este asunto hay tendencias dispares, por ejemplo entre los alcaldes socialistas que gobiernan un buen puñado de ayuntamientos y no se resignan a que una ley estricta frene su desarrollo y luego sus votantes les castiguen en las urnas.
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