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El Estado de las autonomías es, sin duda, una historia de éxito, en el plano político, social y económico, aunque el balance de estos 40 años, referido al caso concreto de Cantabria, es el resultado de luces y sombras.
En el plano político, ha ... implicado un reparto del poder de decisión y configuran, por tanto, un país más democrático. Nos ha dotado de autogobierno; es decir, la posibilidad de decisión dirigida hacia un fin en el marco de sus competencias. Tenemos una mayor capacidad para defender los intereses de la región: así en la financiación autonómica y en el resto de las conferencias sectoriales, Cantabria tiene un voto, igual que Cataluña, Andalucía, Madrid, etc. Nos ha permitido gestionar el Estado de Bienestar (sanidad, educación, políticas sociales), base esencial del autogobierno, abordando esas cuestiones desde la cercanía a la realidad en la toma de decisiones.
En el plano social Cantabria se sitúa en lugares de cabeza, con respecto a España, en asistencia sanitaria, calidad del sistema educativo, investigación universitaria y protección social. Incluso con sus limitaciones, y fruto del ejercicio de autogobierno, tenemos uno de los mejores sistemas de protección social del país, aunque alejado aún de la media de la UE.
En el plano económico, el PIB se ha multiplicado por 6. La población ha crecido un 17% a pesar de tener un saldo vegetativo negativo, una baja tasa de natalidad y alto envejecimiento de la población, que ha sido compensado por un saldo migratorio positivo: han sido más los que han llegado de los que se han ido. El PIB per cápita se ha multiplicado por 5. Tenemos un mercado laboral más grande con 90.000 activos más. También 82.000 ocupados más, de los cuales 70.000 son mujeres. El peso del presupuesto regional sobre el PIB (en términos de operaciones no financieras) se ha multiplicado por 10, situándose en el 20 del mismo. En el terreno de la financiación autonómica, Cantabria es la región (excluidas las forales) con mayor financiación per cápita, lo que implica ingresos adicionales equivalentes al 3% del PIB.
Todos estos avances hay que ponerlos en relación con la entrada de España en la UE en 1986. Desde ese tiempo y en los diferentes períodos de programación Cantabria ha recibido más de 3.200 millones de euros. En el inicio de nuestra adhesión Cantabria era una región 'desfavorecida', en la programación final pertenecemos a las 'regiones más desarrolladas'. Muchas de las infraestructuras básicas, centros de investigación, equipamiento asistencial, desarrollo rural, turístico o cultural no existirían, al menos en la dimensión que conocemos, sin los fondos europeos. En definitiva, la modernización de la región no se entendería sin nuestra pertenencia a la UE.
Sin duda muchas estas cifras hubieran sido difícilmente alcanzables si no hubiéramos tenido autonomía. Pero en este camino también ha habido sombras.
Doce años de inestabilidad política en el inicio de la autonomía, como consecuencia de las diferentes crisis en la derecha, que se trasladó a las instituciones limitando el ejercicio de sus funciones; además, un PP condescendiente con el populismo, provocaron un deterioro en el autogobierno incipiente y tuvo como consecuencia el freno en el desarrollo económico.
Un ejemplo evidente fue la gestión con respecto a Fondos Europeos. Habiendo podido disfrutar de tres periodos dentro de Objetivo 1, un total de 17 años, sólo lo estuvimos durante cinco años. La pérdida de fondos pudo alcanzar los 1.000 millones de euros, quizá en el momento en que más los necesitaba Cantabria.
El instrumento del autogobierno es importante, pero el problema es para qué. Tener un horizonte, tener un plan, multiplica, en positivo, los efectos del autogobierno. Cantabria, salvo al periodo de los dos Planes de Gobernanza, ha adolecido de un Plan de Región consensuado y sostenido en el tiempo. Nos ha faltado, y nos falta, prospectiva. Esto explica algunas lagunas y carencias que se dan en la actualidad. A modo de ejemplo: la lamentable situación de I+D+i en la región, pilar básico para la transformación de la economía. Escaso impulso en la energía renovable, que la guerra de Putin nos muestra su carácter estratégico para desarrollar nuestra economía, mantener nuestra democracia y nuestro bienestar. La falta de un proyecto ha limitado la capacidad de atraer fondos a través de iniciativas y programas competitivos europeos y el escaso nivel transformador de los proyectos presentados a los Fondos Europeos de Transformación y Resilencia.
De cara al futuro mi visión es optimista, porque, a pesar de las carencias, Cantabria ha pegado un gran salto en estos años de autonomía. No obstante, creo que para fortalecer esa visión serían necesarias, al menos, tres cosas: Mejorar la gobernanza, es decir tener un horizonte compartido siguiendo la senda europea, fortalecer los existentes y dotarse de nuevos instrumentos de gestión pública que impulsen la actividad económica y alcanzar un buen acuerdo de Financiación Autonómica.
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