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Parto de la base de que todo político es un ludópata en potencia, sus líderes los son casi siempre. Cuando no tienen esa vocación, como parece ser el caso de Casado, normalmente no llegan a culminar su carrera o, como en el caso de ... Rajoy, Biden y Draghi, llegan muy de tarde en tarde, con toda la vajilla hecha pedazos (rien va plus) y con la única misión de reponerla. Una vez repuesta les enseñan la puerta del casino, mientras escuchan al crupier a sus espaldas (¡hagan juego, señores, hagan juego!). El crupier suele llamarse Arriola, Iván Redondo, M. A. Rodríguez... Aznar fue un gran ludópata, aún no ha perdido el hábito: Sánchez es hoy por hoy el puto amo del casino; y de un tiempo a esta parte se ha destapado Ayuso, con vocación de saltar la banca. El caso perdido de los independentistas catalanes es paradigmático, pero de ello hablaremos en otro momento.
Hay ludópatas que además tienen sentido de Estado, casos de Suárez, González y Aznar; pero a la última hornada no se le ve el asunto por ninguna parte, la ambición de poder parece consumir todas sus energías. Tenemos un país que desde la gran crisis de 2010 no levanta cabeza y ahora mismo está sumido en una pandemia que ha hecho tiras el tejido social y económico; pues bien, ellos se dedican a hacer tiras del tejido político, cualquier otra prioridad ha sido pospuesta a un distante segundo término. Penélope a su lado era una pardilla y lo peor es que Odiseo no está ni se le espera.
En su día dije que el sueño húmedo de Sánchez tenía muchas probabilidades de convertirse en pesadilla, porque sus socios nunca iban a comulgar con él y él nunca iba a darles lo que más quieren. Al despertarse cada mañana la oposición comprueba que el dragón sigue ahí, inamovible, despotrican contra él, echan sapos y culebras, le dan patadas con Podemos hasta en el cielo de la boca... ¿Pero cuál es su alternativa?: descartado Ciudadanos, un gobierno donde Vox desempeñe el papel que hoy juega Podemos en el Gobierno de Sánchez. Antes de hacerlo, Sánchez dijo que una colaboración con Podemos era imposible y expuso poderosas y convincentes razones para explicarlo; razones que hoy se han hecho dolorosa realidad. Durante la frustrada moción de censura de Vox, Casado se negó a seguirles el juego y expuso no menos poderosas y convincentes razones para explicarlo. ¿Cuál es el poderoso y convincente motivo para suponer que tales razones no vayan a hacerse realidad si el PP gobierna en coalición con Vox en la comunidad de Madrid y con vistas a hacerlo en España cuando se tercie? Sólo acude a mi mente una única razón: la ludopatía del poder que les ciega para ver más allá de sus narices.
Más allá de sus narices estaría un gobierno de concentración similar al puesto en marcha por Draghi en Italia, con un único objetivo: domeñar el covid-19 en España, en Europa y en el resto del mundo -o nos salvamos juntos o nos condenamos juntos- amén de reconstruir el tejido económico, político y social de nuestro país. Cualquier otra prioridad no sólo debe ser pospuesta sino que es y será criminal no posponerla. Bien, pues no hay manera de ver otra luz al final del túnel que la del AVE que se acerca disparado, pilotado por Sánchez, Iglesias, Ayuso y Abascal, con la inestimable colaboración de los independentistas catalanes que aprovechan cualquier oportunidad para desgastar al gobierno central. Acaban de encontrarse con una, monstruosamente inmensa.
He visitado a la pitonisa de Delfos a raíz de la convocatoria de elecciones en Madrid, después de muchos años sin hacerlo. Lo primero que dijo es que, en la disputa sobre la convocatoria de elecciones madrileñas, un Supremo controlado por el PP le daría la razón a este (así ha sido). Añadió que como todos están apostando a doble o nada -acto reflejo de todo ludópata desesperado- Sánchez se sentirá plenamente justificado para ejecutar la renovación del poder judicial sin consenso. Vaticinó también que Iglesias no esperaría al resultado de las elecciones para sorprendernos (de nuevo, así ha sido). En cuanto al resultado, predijo que el PP ganará las elecciones, pero lejos de la mayoría absoluta; momento en el que Vox entrará en la quiniela y el gobierno de coalición será un hecho. En este caso, terminó, la venganza de Sánchez será terrible y la posibilidad de que el PP gane las próximas generales una quimera. Lo que me lleva a pensar que si Sánchez volviese a ganar las próximas generales el conflicto catalán-español volvería a la primera línea de fuego, con grandes concesiones al independentismo y sin que ello le pase factura. En resumen, que nos encontramos en una situación patética (trastornadora, turbadora) de lo más triste. Alguno pensará «nada nuevo bajo el sol».
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