Una ciudad deportiva

Me vienen a la memoria de un modo aleatorio nombres legendarios que están en la memoria de la ciudad. Cito algunos: Trueba, Otero, San Emeterio, Óscar Freire, Manolo Saiz, Pachín, Álvaro, Santillana (ya sé que nació en Santillana del Mar, pero vivió en Torrelavega), María Pardo, Ungidos, Viaña, Linares… Equipos históricos como el de voleibol, el de hockey sobre patines de la Sniace, un equipo centenario de fútbol como la Gimnástica –más recientes–, Los Lobos de baloncesto –ahora el Alega–, el Bathco de balonmano… Usted, lector, seguro que completaría la relación que escribo a vuela pluma. Ahora habría que incluir a Cristina Bucsa y Mohamed Attaoui. Todo un lujo en plena explosión deportiva.

Los deportistas de élite salen a cuentagotas, son una excepción. Hay que celebrar que surjan, pero lo importante es que se pongan las condiciones para que eso sea posible. Y para que la práctica del deporte esté incluida en nuestra vida diaria, como una práctica saludable y lúdica, también como un lenguaje de relación personal. Y si es desde los primeros años mejor. Por eso ver los pabellones deportivos a pleno rendimiento, las calles de las piscinas como las de las ciudades a la hora de las compras, las pistas de atletismo, los gimnasios y los campos deportivos en plena ebullición son la mejor noticia.