Gastronomía en la ciudad

La gastronomía se ha convertido en España en los últimos años en uno de los motores del ocio y la economía. Se queda para comer en las celebraciones de aniversarios, personales o colectivos, encuentros o despedidas, durante las fiestas navideñas o locales, para festejar pequeños ... o grandes éxitos, sin olvidar las que giran alrededor de perseguidos acuerdos de negocios. Los fines de semana nos dirigimos a los pueblos de la provincia a los afamados restaurantes: aquel que tiene un cocido montañés inapelable, el que tiene unas mariscadas tentadoras. Según el poder adquisitivo de cada uno, elegimos desde el más modesto con comida casera garantizada a los que nos dejan la cartera temblando pero un día es un día y hemos oído hablar tanto de él que no nos resistimos. Y no olvidemos reservar, de lo contrario no encontraremos mesa. Hay quienes hacen turismo guiándose no por los museos, el románico, rutas naturales, sino para visitar prestigiosos restaurantes. Para ello, sin que sea un catecismo, suelen leer las guías que se publican periódicamente. Por ejemplo las de Michelín y Repsol. Leo en este periódico las reseñas que estas dos publicaciones hacen de los restaurantes de Cantabria. Aparecen ordenadas bajo estrellas (tres categorías) y soles (tres en este caso más recomendados y soletes). Una buena cifra repartida por toda la región que confirma el prestigio de la cocina cántabra. Me ha llamado la atención la escasa referencia a Torrelavega. A modo de cita de consolación, calificados con soletes: Bar Torrelavega, El Refugio y Kuman. Pobre representación me parece para una ciudad que ha tenido afamados restaurantes. Cerraron Los avellanos y La Villa de Santillana, se trasladó fuera de Torrelavega El Pericote. ¿Es la imagen de una ciudad abriéndose al futuro? La Coral y La Casuca se han reformado. Suerte en su nueva singladura.