Horno San José

Suele decirse de los negocios familiares que la primera generación es la emprendedora, creadora de un proyecto ilusionante, la que se sacrifica y comienza de cero. La segunda trata de mantenerlo, incluso realiza la expansión del mismo si los vientos son favorables. La tercera, cuando ... las cosas vienen mal dadas, lo liquida. Las franquicias pueden alquilar el local si es propio y tratan de rentabilizar la situación. No sucede este maleficio con el Horno San José. Más de cien años desde su fundación y ya están trabajando en la empresa miembros de la tercera y cuarta generación. La aventura la iniciaron en 1909 el matrimonio formado por Manuel Fernández, de Lantueno, y Aquilina Gutiérrez, de Cerrazo, abriendo una pequeña panadería en el mismo lugar en el que aún hoy sigue aromando a café la calle Ramón y Cajal, en el corazón de la ciudad. Más tarde, en los años treinta, la ampliación del negocio les lleva a abrir un obrador en el que ya hacen también chocolatinas. Para entonces se han incorporado los hijos de Aquilina, que sobrevivió a su marido y que tomó una curiosa decisión: a los hijos, cinco, les deja al frente del negocio; a las hijas les cede propiedades. En la década de los ochenta, dos de ellos eligen otros caminos empresariales. Actualmente el gerente es Julio Fernández, perteneciente a la tercera generación. Con él trabajan integrantes de la cuarta. La empresa, con 35 empleados, tiene en los chocolates, con diversos sabores, y los cacaos sus señas de identidad. También los tostadores de café contribuyen a su reconocimiento en el sector. Lo complementan con un servicio de distribución de otras marcas a establecimientos de alimentación y hostelería. Todo ello ha convertido a Horno San José en una prestigiosa empresa con un logotipo instalado en la memoria de Torrelavega.