Indignación y desilusión

Entre la perplejidad y la indignación hemos quedado muchos torrelaveguenses y amantes del arte por extensión ante la noticia dada a conocer el domingo por este periódico referida a la paralización de la segunda fase del futuro centro de arte de La Lechera, debido al ... sobrecoste surgido. Un millón de euros más de lo previsto. No por acostumbrados nuestro malestar es menor. José Ignacio Arminio, en una rigurosa información, alude al solapamiento de los trabajos de la primera y segunda fase por modificaciones y retrasos. Y los ciudadanos nos preguntamos con qué criterio y rigor se hizo el proyecto, cálculo y valoración de materiales, medidas, tiempos… Quiénes más tarde supervisaron el mismo. ¿En un espacio tan reducido para rehabilitar un edifico con un destino diferente al que tuvo en la historia pueden surgir tantas complicaciones no contempladas apenas comenzado a trabajar en él? ¿Las modificaciones pueden tener tal grado de complejidad que encarezcan tanto el presupuesto inicial? Los técnicos dirán que sí. Para los ciudadanos, legos en la materia, son parámetros ocultos, y se vuelven cada vez más escépticos y desconfiados por tantos casos conocidos de prevaricación, de mordidas interpuestas, de ofertas a la baja que cuentan con la promesa de ser actualizadas más tarde por los políticos que deciden bajo el argumento de intervenciones sobrevenidas no contempladas por vete tú a saber qué, echando la culpa al empedrado. Ahora, para más complejidad, surge la discusión de quién debe pagar el sobrecoste, la Consejería de Cultura o el Ayuntamiento. El no ser del mismo color los gobiernos de las dos instituciones complica el acuerdo. Ninguno se responsabiliza de la situación y, entre tanto, se paraliza el proyecto. Se cumplirán los plazos fijados, afirman. O tampoco estaban bien determinados o hay una contradicción. La desilusión en la espera se acentúa.