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En 1934, el general de ingenieros Fermín de Sojo y Lomba fue elegido primer presidente del Centro de Estudios Montañeses (CEM), institución de la que me honro ser miembro, y que este año cumple su noventa aniversario. Coincidiendo con esta significativa fecha, la colección 'Cantabria ... 4 Estaciones', de la editorial de la Universidad de Cantabria, ha publicado 'De Re Toponímica, Comunicaciones en Cantabria' escrita en 1947 por este impar militar y escritor. El estudio preliminar de esta interesante investigación ha sido preparado por el que firma y en él se hace un bosquejo biográfico de su autor, se presenta su obra publicada y se analiza su singular trabajo sobre las comunicaciones en Cantabria.
Fermín de Sojo y Lomba nació en La Habana el 8 de febrero de 1867 y murió en Santander el 14 de noviembre de 1956, tres meses antes de cumplir 90 años. En 1874, su familia regresó a la 'Montaña' y se instaló en Sobremazas, en la casona de Los Cuetos, de la que su madre descendía. Cursó sus estudios superiores en la Academia de Ingenieros del Ejército de Guadalajara y se graduó como teniente en 1888. En 1893, colaboró como militar en el apoyo que se prestó a los damnificados por la gran explosión del vapor Machichaco en el puerto de Santander.
Entre 1896 y 1898 estuvo destinado, como capitán, en las batallas de la guerra de Cuba y obtuvo varias condecoraciones. Ya en España, de 1904 a 1910, fue profesor en la escuela de ingenieros donde previamente había sido alumno. Su carrera profesional prosiguió: a los 60 años fue ascendido a general de brigada y en 1931 pasaría a la reserva. Los siguientes años se dedicaría a la investigación histórica centrada en Cantabria y escribió varios libros y artículos al respecto.
Después de su muerte tres ilustres compañeros del Centro de Estudios Montañeses, José María de Cossío, José Simón Cabarga y Rafael González Echegaray destacaron en sus escritos su bonhomía, su capacidad de trabajo y su importante contribución a la historia regional.
Sus publicaciones pueden agruparse en cuatro bloques temáticos. En el primero de ellos, de libros técnicos, destaca su obra 'Minas militares terrestres', que fue utilizada como texto en la formación de los futuros ingenieros militares. Una segunda materia, también relacionada con su profesión, fue la dedicada a biografías sobre militares ilustres, dentro de éstas debe citarse 'El capitán Luis Pizaño' un gran artillero de los ejércitos imperiales de mediados del siglo XVI, 'Los de Alvarado' sobre esta gran familia que dio varios héroes en las gestas americanas, y la obra póstuma 'El Mariscal Mazarrasa' homenaje del CEM al que fuera su primer presidente. El tercer apartado se refirió a su querida comarca trasmerana, a saber 'Ilustraciones a la Historia de la M.N. y S.L. Merindad de Trasmiera', esta obra ciclópea de unas 1.200 páginas y referencia obligada para los estudiosos de este histórico territorio, le valió su nombramiento como Cronista Honorario de Trasmiera; asimismo, citar 'Los maestros canteros de Trasmiera' y 'La Pantoja, jerga de los maestros canteros de Trasmiera'.
Los temas sobre la toponimia y las comunicaciones de Cantabria constituyen el cuarto área de interés para Sojo y Lomba. Sobre el primero debe de reconocerse el estudio que hizo sobre diferentes nombres relativos a la geografía física y a términos viarios, tales como: carrera, castillo, concha, cuarta, estrada, horca, muño y muñeca, sedo, viesca, vía, etcétera; lo que enriquece nuestro conocimiento y nos permite profundizar en la íntima relación existente entre las vías de comunicación y el territorio, o escenario donde se implantan éstas.
Respecto a su amplio estudio sobre las comunicaciones en la Cantabria romana, si antes de este trabajo algunos investigadores habían prestado atención a tramos viarios de esta época, la investigación de Sojo y Lomba fue la primera que se llevó a cabo analizando la globalidad de sus caminos en la antigüedad. El esquema viario que planteó fue el de dos vías paralelas a la costa de Cantabria, siendo la más cercana al litoral la denominada 'Vía de Agrippa', y siete caminos de penetración desde el norte de la Meseta castellana, a través de los diferentes pasos de la cordillera Cantábrica.
Las bases en que apoyó sus itinerarios fueron: los restos arqueológicos romanos existentes; la documentación de los cartularios de la Abadía de Santillana y del Monasterio de Santa María del Puerto; sus amplios conocimientos sobre las Merindades de Trasmiera y de Asturias de Santillana, y sobre estrategia militar; la situación de los diferentes castillos y su estrecha relación con los caminos que usaban y protegían; y la importancia de la toponimia de términos viarios y geográficos, que son jalones del paso de las vías que trataba de descifrar. Además, utilizó el mapa de la Cantabria romana concebido por el ilustre historiador, arqueólogo, catedrático y senador Aureliano Fernández-Guerra (1816-1894) y preparado por el reconocido cartógrafo y militar Francisco de Coello (1822-1898).
Con todo ello describió las vías antiguas objeto de su trabajo; en el estudio preliminar se señala que en alguno de los caminos de su investigación es discutible que, con los datos que maneja, pueda deducirse el carácter romano de los mismos. Es claro que con la documentación medieval que utilizó Sojo y su conocimiento sobre esta época, las rutas de largo recorrido sugeridas son reflejo de los caminos en este periodo histórico.
Asimismo, el documento denota su gran dominio de la orografía e hidrografía regional, de sus diferentes lugares y de su historia, y su texto nos ayuda a conocer el sistema viario regional y su interacción a nivel interno y en relación con las comunidades vecinas. Habría que esperar más de treinta años para que otros autores plantearan este tema en la misma dirección integradora.
Como conclusión, manifestar que esta obra nos permite comprender mejor el trasfondo del viario y orografía regional y el porqué de sus nombres, al igual que los caminos antiguos y medievales de Cantabria.
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