Luz

Si la semana pasada batíamos récords de reducción de paro, ésta somos por contra la comunidad donde más ha aumentado. Por obra y gracia del prestidigitador arte de la estadística –ejercida con eufórica exaltación por el CIS– somos una cosa y la contraria a la vez, que es una imposible posibilidad. Lideramos ambos rankings, verdades compatibles en el universo estadístico. La experta profesora Dickenstein, una eminencia en su campo, aseguraba el otro día en las páginas de este periódico que es difícil engañar a alguien que sabe matemáticas. Marcano sabe latín y tampoco ha pecado nunca de ingenuo. Otro exalcalde de Torrelavega, Ildefonso Calderón, predica que ha perdido la confianza en el PP desde que nombró candidata efímera a Ruth Beitia, breve como Maxim. Se le ha quebrado la fe en las siglas populares. La misma que mantuvo firme –con impresionante tesón– ante los escándalos de corrupción y saqueo, de Bárcenas y de otros señores de los que usted me habla.

Dicen los expertos que, además, nos ha tocado otra funesta lotería porque también sumamos la cualidad de ser la región con más argayos de Europa. Nos estamos desmoronando, parece ser que se nos viene abajo hasta el estadio del Racing que necesita una considerable restauración. Nuestro mundo se derrumba. Decía el poeta Nicanor Parra, el presente no existe solo nos va quedando el mañana. El día que no llega nunca. Como los trenes al norte.