Demasiado maduro

Si es que no se pueden dejar madurar tanto las cosas. Que luego pasa lo que pasa, que te viene alguien desde Madrid, por ejemplo, ... de un Ministerio de Trabajo, pongamos que de color morado, y te quita el protagonismo en un pispás. «Hala, venga, lleguen ustedes a un acuerdo, que hay mucho que hacer y va a ser lo mejor para todas las partes. Venga, así me gusta. Me vuelvo a la capital. Muchas gracias por su comprensión». Seguro que la directora de Trabajo de España pensó algo parecido para resolver la huelga del metal. Y, claro, una vez que vienen de fuera y arreglan lo que uno no ha podido hacer en 19 días es normal que suenen las alarmas y lleguen los mensajes -contradictorios-. De esos tras los que acabas preguntándote: ¿Pero no había dicho...? Eso fue un día, al siguiente que el Gobierno de aquí había dejado el tema «muy maduro» para resolver el conflicto. Entonces más de uno se estará preguntando aún cómo es posible que no hayan recogido ellos los frutos de esa mediación, con lo bien que iban a venir teniendo en cuenta que allá en la lontananza se divisan urnas y más urnas.