'El maestro de obra prima y la mulata'
LA TIERRA DORMIDA ·
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LA TIERRA DORMIDA ·
El libro de Tomás Bustamante invita a introducirnos en un oficio con la acepción lamentablemente obsoletaUno de los alicientes del lector es la derivación cultural que provoca tener un buen libro en las manos. Cuando un escritor nos propone un ... asunto -especialmente ensayo- uno de los atractivos es rastrear esa propuesta a través de otros libros, con lo que el autor nos provoca para ampliar nuestro acervo cultural. Un intento de aprender infinito, en definitiva. Así ocurre con el último libro firmado por Tomás Bustamante Gómez, quien bajo el atractivo título de 'El maestro de obra prima y la cubana' nos invita a introducirnos en un oficio señalado bajo una acepción primigenia -y lamentablemente obsoleta- de la 'obra prima'. De esta manera nos obliga retroceder para ampliar el conocimiento sobre quienes, como obra prima, se encargaban de confeccionar zapatos nuevos, distinguiéndose de los que les componían o remendaban.
Ahora, esta palabra ha sido 'adoptada' por la arquitectura para definir trabajos de vanguardia o primigenias obras de arte. Sin perder su vocación de genealogista, Bustamante, nos conduce desde Portugal a Híspalis, llegando a Torrelavega, siguiendo el apellido Gómez -su patronímico materno- poniendo en negro sobre blanco, las biografías de quienes trabajaron la piel en nuestro inmediato entorno. No hay que olvidar que los prístinos zapateros no solo confeccionaban calzado sino que también curtían las pieles que utilizaban. Este libro, en el que el autor abandona el estricto relato genealógico, al que nos tiene acostumbrados, sumergiéndose en una atractiva narración, viene a sumarse a estudios similares realizados en varias comunidades españolas y de los que Cantabria -y por supuesto, Torrelavega- estaban ausentes.
Entre ellos, es recomendable la lectura del Pleito establecido en el siglo XVIII por Luis Marcos Santos, maestro de obra prima y vecino de Valladolid, contra su convecino Lorenzo Ramos, diputado de su gremio, por haber proferido injurias contra él al decir que no era maestro del oficio ni tenía título. Querer 'ser historiador' tiene el riesgo de convertirse en réplica de lo ya contado, de manera que, en muchas ocasiones, y especialmente en localidades pequeñas, suelen ser tres o cuatro libros antiguos los que se clonan revestidos con distinto manto. No ocurre así con las historias -sobre todo biográficas- que propone Bustamante, buceador de libros sacramentales que exprime para obtener primeros datos. Le faltaba la amalgama de la narración y es la que nos empieza a ofrecer en este nuevo libro editado por el Ayuntamiento en una loable colección.
Necesita esta ciudad más bibliografía auténtica que relatos costumbristas o anecdóticos. Y precisa también de un narrador oficial, de un cronista que cumpla la noble encomienda de defender los valores culturales de su municipio, promover la investigación y asesorar a las autoridades, velando por el arte, el folclore, la heráldica, las tradiciones, la toponimia, la literatura... Nombres no le faltan: Miguel Ángel Sánchez, Tomás Bustamante, José Ramón Saiz...
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Ana del Castillo
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