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Una de las cosas más interesantes que he vivido como articulista ha sido encontrarme con el personaje del gato Boris, que siempre me recordaba Andy, el creador de la tira cómica de 'Laro, el Cántabro', es decir, casi de la propia autonomía de Cantabria en ... lo mental colectivo. El gato Boris apareció para deshacer el monólogo en que suele consistir un escrito de opinión y transformarlo en un diálogo, ya que él tiene su parecer particular sobre muchas cosas. Después de tantos años, aún no he averiguado su modo de comunicación: si me deja leer su mente, o si habla como los animales de Esopo, o si realiza gestos especiales de cómoda interpretación por un humano. Quienes tengan mascotas gatunas sabrán discernir esto, pero quede claro que nunca me he responsabilizado de las opiniones de Boris, ni de los ovillos que deshaga.
Esta semana lo encontré en La Magdalena. Era inevitable preguntarle por el «Get Exit Done», remedo del eslogan con el que su tocayo Johnson obtuvo una arrolladora victoria electoral en 2019, «Get Brexit Done», es decir, «saquemos de una vez al Reino Unido de la UE». Ahora ha sido «saquemos a Boris de Downing Street».
«Para un premier que tenía nombre de gato... Pondrán a alguien con nombre de perro, Toby o así», respondió Boris atusándose y, luego, entrecerró los ojos. «No se puede llevar el pelo tan desordenado, es mala señal. Parece un gato electrocutado».
«¿No lleva Gran Bretaña mucho tiempo despeinada?», pregunté.
«Cameron era 'Remainer' y dimitió cuando ganaron los 'Leavers' en el referéndum. La señora May también era 'Remainer' pero se puso al frente del Gobierno para aplicar el Brexit, como si un vegetariano se pone a dirigir un matadero. Y Boris el humano era 'Leaver,' pero no ha aguantado ni tres años de mayoría absolutísima. Moraleja: si eres unionista no hagas referéndum de desunión; y si lo haces y gana la desunión, no cojas el volante; y si, por último, eres separacionista y te sitúas al frente, más vale que te peines bien», sentenció.
«¿Ha fracasado el populismo en Europa con esta dimisión?»
«Miau, en Francia está en ascenso y en Italia también», respondió condescendiente.
«¿Y en España?», le tiré.
«En España lleva tiempo gobernando ya, ¿no te habías enterado?», ahora burlón.
Recordé a los cántabros que este verano se pueden quedar sin trabajo y sin cobrar el desempleo, o los ambulancieros a los que pueden bajar el sueldo porque la Administración no saca un contrato con precios actualizados. Que pechen las empresas, caiga quien caiga (el trabajador, por ejemplo). Populismo político y hasta burocrático. Solo acerté a responder: «Mmmmm», palabra consonántica multiusos, posiblemente la primera del Génesis.
Y pasé a la gran semana política de la UIMP y su 90º aniversario, con Felipe, Aznar, Zapatero y Rajoy.
«El más interesante fue siempre el difunto Leopoldo», dijo, por Calvo-Sotelo. «Aunque los de UCD de Cantabria se la colaron para conseguir hace 40 años el Estatuto de Autonomía. Lo sabemos hasta los gatos». ¿Y Felipe? «Aparte de socialistas por convicción, los hay por milagro». ¿Zapatero? «Sobrecualificado para hacer las declaraciones que he oído». ¿Rajoy? «Un maño que habla como un gallego». ¿Aznar? «Yo no me hubiera quitado el bigote en ningún caso».
Conversamos sobre el porvenir de la Menéndez Pelayo. «¿No me preguntas por el espigón? Menudo periodista», me reprochaba mientras hacía un estiramiento infinito, ese Pilates de los gatos. Hube de protestar: en La Magdalena ha estado el ministro de Universidades, que ha prometido un 1% del PIB para enseñanza superior y un 1,5% para ciencia.
«Poco se me hace», comentó mientras se lamía las manos con cierto escepticismo felino. Le repliqué que mucho sabía de economía, para ser solo un gato de fábula periodística.
«Te reto a que encuentres una fábula de Esopo cuyo personaje sea un gato», devolvió. En verdad, hay solo una mención clara en las 358 que he visto, y no es el gato quien habla, sino uno de los ratones que huyen de su escabechina en una casa. Aunque el gato finge estar muerto, el ratón advierte: «No me acercaría ni aunque fueras un saco». Así, las personas prudentes que han experimentado la malicia de otras ya no se dejarán engatusar.
Pero, cuando quise saber si esto era aplicable a Inglaterra, Rusia, España o Cantabria, Boris mostraba signos inconfundibles de haberse dormido. O estaba representando la fábula y tomándome el pelo. Con él nunca sabes. Los animales imaginarios son como los programas de gobierno: que se lo pregunten al otro Boris.
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