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No me he podido resistir y he acabado sucumbiendo a la hora de dedicar unas líneas al coronavirus. Sí, basta con salir a la calle, ir al supermercado o al bar de la esquina para no escapar al tema del momento. Pero entrando ... a analizar las consecuencias económicas que el coronavirus está ya trayendo a la economía cántabra, el panaroma es de lo más perturbador.
Verán, el pasado lunes 9 de marzo de 2020, se produjo la tormenta económica (adversa) perfecta: amanecíamos con la noticia del hundimiento del barril de Brent (el mayor hundimiento en el precio del crudo desde la Guerra del Golfo, allá por 1991). Continuábamos con la noticia del avance del coronavirus y el hundimiento del IBEX que precedió a ambas noticias. El lunes negro. Una tormenta económica perfecta que hizo volar del índice bursátil 34.600 millones de euros. Si bien el hundimiento del IBEX es similar al de las principales bolsas de Italia o Estados Unidos, hay que rememorarse a la votación del 'Brexit' en el Reino Unido, allá por junio de 2016, para ver un batacazo bursátil similar en España (si bien aquél fatídico 24 de junio el IBEX cayó un 12 %). Dos apuntes: el barril de Brent se situó el pasado lunes en 37 dólares, y el Banco Santander cerró a 2,68 € por acción. Un terremoto económico cuya onda expansiva en Cantabria puede tener unos efectos perniciosos que conviene analizar.
¿Cómo afectará el coronavirus a la economía de Cantabria? Hay que traer a colación que el principal motor económico de Cantabria es el turismo: somos una economía terciaria. Por tanto, a nadie le es ajeno que, a menos de un mes para la Semana Santa, los efectos que la nueva pandemia puede traer al sector turístico regional puede provocar un serio resfriado a la economía regional. De hecho, el propio Gobierno nacional ya ha suspendido (de momento temporalmente) los viajes del Imserso, misma suerte que han corrido los congresos médicos programados en nuestra región y los viajes turísticos que, año tras año, traen a miles de jóvenes (principalmente franceses e ingleses) a nuestra región por esta época.
Y como nadie escapa a los efectos económicos que trae el coronavirus, todo ello incidirá sobremanera en el maltrecho mercado laboral y en el PIB cántabro. ¿Hasta dónde llegará el paro en Cantabria en 2020? Una pregunta que ya muchos nos hacemos. También veremos una caída del PIB cántabro: asistiremos, irremediablemente, a una reducción considerable del consumo como consecuencia del impacto económico por la caída del turismo. La inversión caerá, de igual manera, por la incertidumbre que trae consigo el pernicioso virus. Y dado que el epicentro de esta crisis sanitaria y económica se sitúa en China, las exportaciones de las empresas cántabras se verán afectadas por la paralización económica en Europa y en el gigante asiático. Por último, y como no puede ser de otra forma, los ingresos públicos del Estado sufrirán un impacto importante. O dicho de otra forma, el coronavirus va a sacudir la economía cántabra hasta los cimientos, acelerando la recesión económica que la mayoría de economistas vaticinaban y con un alcance económico que pocos se atreven a cuantificar.
A todo lo anterior hay que añadir otro hecho de especial trascendencia: el Gobierno de Cantabria no tiene margen para intentar paliar, mediante incentivos y boficaciones fiscales, los efectos negativos económicos que el virus trae consigo. Y es el que el presupuesto aprobado para el presente ejercicio no tiene margen para hacer frente a contingencias de tal magnitud. Para muestra un botón: el 25% del presupuesto para Sanidad (el cual asciente a 900 millones de euros) se ha gastado ya en pagar las cantidades que el Servicio Cántabro de Salud adeudaba a los proveedores y cumplir con la obligación legal de pagarlas en 30 días (recordemos que Cantabria pagaba a más de 90 días). Si, además, la inversión pública ya se había reducido un 9% y casi la mitad del presupuesto se va en pagar nóminas, ¿de dónde saldrá el dinero para tales contingencias en un contexto, además, de sobrendeudamiento con una deuda autonómica en máximos históricos?
Así, con todas las piezas sobre el tablero, sólo queda un escenario posible: o el dinero para hacer frente a las contingencias sociales y económicas que el coronavirus trae consigo viene de Europa, o no se alcanza a vislumbrar la magnitud de semejante tormenta en la economía cántabra. Llegan tiempos duros, difíciles y convulsos. Toca abrocharse, nuevamente, el cinturón.
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