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Eduardo Castillo, jefe de Protocolo del Gobierno de Cantabria y uno de los expertos más valorados del país, está dotado de tan fino y elegante ... humor que elige la expresión «tiene las neuronas justas para que no le atropelle un coche al cruzar la calle», en lugar de optar por otras más contundentes. Recordé la frase, sólo una de sus sentencias cortas, al comprobar que no aprendemos nada y lo olvidamos todo: la pandemia, los contagios, el sufrimiento y las muertes. Esta despreocupación insensata fuerza a decretar el uso obligatorio de mascarillas por culpa de los asininos irresponsables que habitan entre nosotros y a los que bien se podría acusar de terrorismo sanitario. Nada tengo en contra de que se jueguen la vida si no fuera porque ponen en grave riesgo la de los demás. Como la tonta del bote del Paseo Marítimo.
Esta es la escena de una tarde del verano santanderino más atípico y peligroso que hemos conocido. Un hombre, sentado frente a la mar, escribe en una libreta. Pasado un rato, llega una mujer y ocupa el mismo banco. Aunque están cada uno en una esquina, la distancia no es grande. El hombre mira, y le dice: «Señora, si va a permanecer aquí mucho tiempo, póngase la mascarilla, por favor». No hubo manera. Nueva petición y nueva negativa con el ridículo argumento de que «mucha gente no la lleva puesta». El hombre, tras sopesar las alternativas -a quién denunciar si no existe vigilancia-, decide marcharse. Allí permaneció la mujer, supongo que satisfecha. El ejemplo muestra que si bien son los jóvenes, en su mayoría, quienes hacen caso omiso de la exigencia de protegerse y proteger, los mostrencos y mostrencas tienen cualquier edad.
En tiempos extraordinarios, las medidas para evitar la propagación del virus deben ser extraordinarias. Lamentablemente, hay quienes, con las neuronas justas, solo entienden la solución 'manu militari', es decir, la imposición en lugar del consejo y el sentido común. Los rebrotes se producen por la imprudencia temeraria de las personas y no porque la pandemia sea más virulenta. Nunca ha dejado de serlo. Cantabria ordena el uso obligatorio de mascarillas en cualquier situación y momento, algunas comunidades vuelven a la fase dos y otras anuncian el regreso al arresto domiciliario. Hace casi tres décadas, la agencia publicitaria Contrapunto puso en marcha una de las campañas más polémicas y de mayor éxito. El eslogan 'Póntelo, pónselo', en referencia a la necesidad de utilizar preservativo para contener el sida, cobra plena vigencia, aplicado hoy a cubrirse frente a la letal amenaza del coronavirus: 'Póntela, pónsela'.
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Ana del Castillo
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