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El turismo es, hoy en día, la gran empresa española, la que genera más puestos de trabajo y la que proporciona unos ingresos por 'exportación' que ayudan a equilibrar, aunque de un modo insuficiente, la balanza de pagos. El año pasado se batieron todas las ... marcas históricas de llegada de turistas extranjeros y también la recaudación por el gasto realizado fue histórica. Conviene no olvidar que el consumo de los extranjeros, además de proporcionar beneficios a las empresas, contribuye de forma sustancial a la recaudación fiscal.
Cantabria tiene ante sí, la dicotomía inevitable sobre el crecimiento del turismo, tanto extranjero como el que proviene de otras comunidades autónomas. Se elevan las voces de grupos que muestran su oposición al aumento de la llegada de foráneos a nuestras ciudades, a nuestros montes y playas. Se argumenta que no hay capacidad para asumir esa avalancha, que se encarecen los precios del alquiler de las viviendas, que el sistema sanitario es incapaz de atender a tantas personas, el destrozo de espacios naturales y un largo argumentario.
No es ocioso recordar que durante muchos años los diferentes gobiernos autonómicos y los diferentes partidos políticos predicaron las virtudes de atraer visitantes. Se apostó por la conservación del paisaje y del medio ambiente, en detrimento del desarrollo industrial. Es más, durante décadas se ha invertido –y se sigue haciendo– una sustancial cantidad de dinero en promocionar la llegada de visitantes. Desde los montajes en Fitur y sus homólogos en Berlín o Londres, hasta la presencia en las campañas publicitarias en medios foráneos. Ahora, cuando el turismo comienza a llegar a nuestra tierra en cantidad apreciable, desde algunos grupos políticos y colectivos ciudadanos nos dicen que no, que hay que frenar la llegada de visitantes.
Si queremos poner unas gotas de populismo es como si los ganaderos se quejaran de que crece mucho la hierba y no saben dónde ensilarla o que los industriales dijeran que no son capaces de atender la demanda. Si el negocio aumenta, lo lógico es ampliar las infraestructuras para atenderlo y obtener un legítimo beneficio.
En Santander, y en otras localidades costeras, se han construido nuevos hoteles por la llegada de visitantes que, insisto, además del gasto dejan un buen dinero en los impuestos que pagan cuando toman un café o comen en un restaurante. Además, ha nacido un nuevo negocio: los pisos turísticos. Naturalmente que la oferta de viviendas para alquiler vacacional resta oferta y eleva los precios de quienes quieren un alquiler permanente. La solución 'genial' que se ofrece es la de suprimir o al menos frenar la oferta de pisos turísticos. Nadie quiere reflexionar sobre que si hay demanda habrá que ampliar la oferta. La construcción de viviendas en nuestra región ha sido casi inexistente en los últimos años y mientras miles de personas desean poder alquilar un piso a un precio razonable, constatan que sus deseos no son atendidos.
Cantabria asumió, con un espíritu verde firme y sólido, que el turismo y la calidad medioambiental son incompatibles con el desarrollo industrial y la proliferación de viviendas. Ahora se aprecian las consecuencias. El sector hotelero y hostelero ha dado empleo a miles de personas, hasta el punto que ha sido necesario importar mano de obra. La otra cara de ese auge de puestos de trabajo es que son, en general, de baja calidad y, en consecuencia, con remuneraciones bajas.
Una vez que la industria se quedó fuera de la ecuación el turismo ha aumentado su peso en el empleo y el PIB de manera notable. ¿Seremos los cántabros quienes frenemos esa fuente de riqueza por la incomodidad que, obviamente, produce la afluencia de forasteros?
Los diferentes partidos deberían posicionarse. Si quieren evitar que crezca el número de visitantes la primera medida debería ser suprimir radicalmente la promoción turística. Es contradictorio quejarse de que la saturación es ya un problema y mantener gastos millonarios en convenios y campañas publicitarias para invitar a todo el mundo a que venga a esta Cantabria infinita. Después, aplicar más impuestos y decretar todo tipo de prohibiciones y restricciones.
Por el contrario, si creen que el turismo es una fuente de puestos de trabajo y una buena manera de incrementar los ingresos para las arcas de Cantabria seguir en la senda del crecimiento y, en paralelo, construir más viviendas destinadas a la venta y el alquiler. Si además se ofrece seguridad a los propietarios de viviendas, para que pongan sus inmuebles en alquiler, se paliará mucho el desequilibrio entre la oferta y la demanda y el problema se reducirá.
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