Cantabria, ciento dos municipios

Los excelentes resultados del líder de Ciudadanos, en El Astillero, un partido que se presentó como un muerto viviente, o los triunfos de agrupaciones vecinales en Santoña y otros ayuntamientos demuestran que la sociedad civil aún existe. Se anuncia un futuro en los que el excesivo poder de las estructuras políticas retroceda para dar paso a grupos que conecten mejor con las personas.

La formación de ciento dos equipos para gestionar las entidades locales de Cantabria nos coloca ante una realidad: La idea, mil veces expuesta, de reducir el número de ayuntamientos en la región no ha avanzado ni un solo paso. Un verdadero derroche de energía y dinero, una asignatura pendiente que los partidos políticos no están dispuestos a afrontar con coraje.

El elevado número de ayuntamientos supone un obstáculo para una gestión más eficiente, dispersa los esfuerzos, encarece la gestión y apenas ofrece ventajas. En nuestra autonomía existen municipios para gobernar a menos personas que las que tienen algunas comunidades de vecinos, en localidades de tamaño medio. El barrio de Castilla-Hermida, en Santander, cuenta con más población que una buena parte de los ayuntamientos. Si decidieran independizarse, Castilla-Hermida podría tener un alcalde, once concejales y situarse en la tabla media, por población, de las localidades regionales.

Los proyectos, siempre arrumbados por los gobernantes, de unificar municipios deben ser reactivados ahora. En algunas zonas de la región el proceso puede ser sencillo, en otras supondrá más esfuerzo, pero la tarea debe iniciarse. Carece de sentido que existan municipios con menos de mil habitantes e incluso algunos que apenas reúnen a un centenar de personas.