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Quizás el título de este artículo debería ser diferente: Los cántabros nos jugamos nuestro futuro en la investidura del presidente del Gobierno de España. Es más sencillo y genérico hablar de Cantabria porque se entiende que nos afecta a todos los que vivimos en la ... región, pero queda más claro explicitar que determinadas medidas, que se adoptan lejos de la región, pueden tener una fuerte repercusión en nuestras vidas.
La investidura del nuevo presidente del Gobierno español tendrá importantes consecuencias para nosotros, especialmente en la dotación económica de la comunidad autónoma. En los primeros lances de la negociación, para que Pedro Sánchez alcance los votos necesarios para mantener su cargo, se adelantan asuntos de gran importancia como es la posible condonación de la deuda con el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) que supondría para los catalanes la condonación de una deuda de 70.000 millones de euros.
Si Cataluña no paga esa gran cantidad de dinero, la factura recaerá sobre todos los españoles. Dicho de otra manera: el Estado tendrá menos dinero para financiar a las autonomías y para abordar obras en comunicaciones, sanidad, producción de energía, etc. Los cientos de miles millones de euros que se perdonan a Cataluña los pagaremos los españoles y, naturalmente, los cántabros.
Cantabria tiene en este caso una oportunidad. Si a nuestra comunidad se aplica esa idea lanzada, a modo de globo sonda, de eliminar la deuda de las regiones con el FLA, se nos perdonaría nada menos que 3.100 millones de euros. Para evaluar esa cantidad es preciso tener presente que nuestra región es una de las que mayor deuda tiene con el FLA. Una comparación con nuestros vecinos puede darnos una idea: Asturias, con el doble de población, debe al FLA 858 millones; Castilla y León 1.966 millones y La Rioja 758 millones.
Naturalmente que esa cifra no supone el total de la deuda. Otras regiones tienen pendiente de amortizar préstamos elevados con otras entidades financieras, tanto públicas como privadas. Si lo que se está negociando es condonar las cantidades adeudadas al FLA, Cantabria resultaría muy beneficiada, ya que la mayor parte está precisamente ligada a ese fondo de liquidez.
La negociación entre el partido socialista y las diferentes formaciones independentistas no parece augurar nada bueno para nuestra región. La política de los partidos secesionistas se basa, de manera constante, en el privilegio y la diferencia. No solamente exigen más competencias y más excepciones, sino que imponen que esos avances, en el camino hacia la federación de España, no sean otorgados al resto. Tanto los independentistas catalanes como los vascos pugnan por la diferencia. La propia redacción de la Constitución refleja, con nitidez, esa ansia de desigualdad al asumir una doble vía para el acceso a la autonomía.
Cantabria goza, en el presente, de una provechosa fórmula en el reparto de los fondos autonómicos. El problema que se vislumbra es que la mayor parte de las comunidades españolas piden, con mayor insistencia cada día, un cambio en la base misma del sistema de reparto de los fondos. Si prosperan las propuestas que defienden regiones con más peso demográfico y económico que Cantabria, nuestra tierra perderá ingresos y no podrá recuperar el terreno perdido.
La situación, a día de hoy, presenta un mapa de España desequilibrado. Si, como parece, se da por concluido el periodo de dinero gratis y de desde la UE se regresa al esquema de muy bajo déficit, las comunidades –el caso de Cantabria es un ejemplo luminoso– que no aprovecharon los días de vino y rosas se quedarán definitivamente atrás.
Cantabria no tiene conexión directa con Madrid por autovía, porque para realizar ese viaje es preciso recorrer unos treinta kilómetros más que por la vía directa Santander-Burgos por Aguilar de Campoo. El tren de alta velocidad ya se ha aceptado que nunca llegará a Santander y la obra para extender la línea de Palencia a Reinosa avanza tan lentamente que pasaran años, demasiados, para que entre en servicio. La situación de los trenes de Cercanías es deplorable, sin visos de que lleguen inversiones capaces de revertir su deterioro.
Si para formar nuevo gobierno en España quienes quieran asentarse en La Moncloa ceden a las peticiones de los grupos independentistas, Cantabria no logrará equipararse con la mayor parte de las comunidades españolas.
En las negociaciones que, por un lado, anuncia Pedro Sánchez y por otro ha iniciado Alberto Núñez Feijóo, se juega buena parte del futuro de Cantabria. Nuestra comunidad necesita recuperar los años de abandono desde el Gobierno central para que la España desigual no siga creciendo y se reduzcan las diferencias
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