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La literatura y el cine han creado nuevas expresiones para nombrar determinados sentimientos. El exdirector de la RAE y filólogo de gran prestigio, Darío Villanueva, dijo en Santander que las palabras no crean realidades, sino al contrario. El cine ha generado una expresión: el día ... de la marmota, para nombrar el fenómeno de la repetición en el tiempo de una misma situación. La película, dirigida por Harold Ramis, desarrolla un relato en el que el protagonista asiste cada día a los mismos acontecimientos. El recuerdo, ya desvaído, de aquel film me conduce a la presente campaña electoral.
Tal parece que estemos en el día de la marmota, porque casi todo lo que escuchamos nos suena a viejo y manido. El recorrido por las promesas de los candidatos, o por los asuntos pendientes de solución, apenas aporta novedades. El tiempo se ha congelado y las mismas historias que se plantearon hace cuatro, ocho, doce años y algunos más se presentan como nuevas. Cantabria parece una región congelada, momificada… una comunidad mágica en la que el paso del tiempo no deja huella.
En la precampaña electoral las promesas son algo ya ofrecido, agua pasada. Algunos problemas llevan años y años en esa noria completamente inmóvil. El ejemplo más notorio es el de las decenas de viviendas con sentencia de derribo que, cuando comienza una nueva legislatura, el consejero de turno promete que sí, que la solución está al caer. El único cambio consiste en que algunas personas, que compraron sus casas de manera absolutamente legal, esperan que la piqueta derribe sus casas y cobrar la indemnización o recibir otra casa. Por desgracia, este episodio del día de la marmota tendrá continuidad.
Los fantasmas del pasado afloran. En Torrelavega se anunció que la mina de zinc se reabría porque habían encontrado nuevas bolsas de mineral. Los técnicos que trabajaron allí sonreían con sorna. Y el tiempo, que todo lo da y todo lo quita, dictó sentencia. La mina que cerró, años ha, sigue sumida en sus profundidades. En la capital del Besaya se mantienen vivos otros asuntos que deambulan durante años: el futuro del edificio de La Lechera, el parque de las Excavadas, los terrenos de Sniace, el soterramiento del ferrocarril… El debate entre los candidatos a la alcaldía de Torrelavega, organizado por El Diario Montañés, se resume en uno de los titulares: «Nuevas caras, mismos temas».
Los fantasmas reaparecen cuando se acercan las elecciones y se adentran en los lugares profundos de la memoria, hasta llegar a las imaginativas iniciativas de Juan Hormaechea: El viejo sueño de unir Alto Campoo con Liébana se pasea de mano de alguno de los aspirantes. El proyecto se anuncia otra vez.
En esta noria de reapariciones se combinan todo tipo de proyectos y el destino de la finca de La Remonta no podía faltar: Después de años y años de abandono ahora resurgen las voces que desean poner ese terreno al servicio de los cántabros. Naturalmente no han tardado ni un segundo en alzarse las voces que predican que, primero la naturaleza y luego las personas. Habrá parque, sin santanderinos para disfrutarlo.
El imaginario de los cántabros está lleno de recuerdos. La falsa polémica sobre el cuidado de las playas en Santander y las idas y venidas con los espigones de la Magdalena. La legislatura termina sin que el ministerio realice actuación alguna. En la pantalla aparece el 'continuará', porque la inane polémica tendrá aún mucho recorrido.
En la larga lista de casos sin resolver, de temas que giran y giran sin avanzar, se asoman la resolución de cuestiones olvidadas en las hemerotecas: La denuncia sobre daños sufridos en la biblioteca Menéndez Pelayo de Santander ha quedado en el aire, sin que exista un dictamen definitivo, el tema se mantendrá vivo durante la próxima legislatura y se alimenta el misterio de lo ocurrido en la biblioteca de don Marcelino.
Las autovías son otro filón para la marmota: Tras haberse aprobado y construido el primer tramo, desde Santander a Mompía (Bezana), el tercer carril de la autovía Santander-Torrelavega se paralizó. Ahora, justamente a pocos días de las elecciones, se anuncia que pronto se iniciarán otra vez las obras.
El contador de palabras me indica la proximidad del punto final y, al releer lo escrito, dudo si este artículo no lo habré publicado en otras ocasiones. Es posible que el fenómeno del día de la marmota resulte contagioso y estas líneas no son más que las escritas en años pretéritos.
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