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La isla de Cuba ha sido protagonista de la actualidad internacional por el corte absoluto de la energía eléctrica que ha producido una pérdida masiva de alimentos y de la producción, de los pocos bienes de consumo que los cubanos son capaces de llevar al ... mercado. El apagón, prolongado durante días, ha afectado gravemente a los hospitales y ha dejado sin agua a una gran parte de la ciudad de La Habana, al pararse las bombas que suben el agua a las viviendas. Este apagón masivo es el colofón de años de intermitentes cortes de fluido eléctrico que afectan, por horas o días, a barrios de La Habana y a otras ciudades.
Esta catástrofe es un símbolo, una negra metáfora, de aquella revolución encabezada por Fidel Castro que prometía libertad, democracia y prosperidad para los isleños. La historia reciente de Cuba es un ejemplo prístino del fracaso del sistema comunista, esa dictadura que, además de privar de libertad a las personas, no consigue siquiera proporcionar unas mínimas condiciones de vida a los ciudadanos.
Lo sucedido en Cuba evidencia los daños que produce la dictadura entre quienes la padecen. La caída del muro de Berlín fue, allá por el final del siglo XX, la prueba palmaria del fracaso de una doctrina y, sobre todo, de un sistema que eliminó la propiedad privada y cercenó la iniciativa personal.
La situación de pobreza y hambre en Cuba viene a remachar el engaño de quienes aun se proclaman comunistas. Ante ejemplos, como el cubano, de la ausencia de avances en el bienestar social, incapacidad para cubrir las necesidades más elementales de la población y la ola de emigración que ha empujado a cuatro millones de cubanos a buscar una vida mejor fuera de su tierra, en España y otros países, existen partidos que se proclaman comunistas. Algo así como si en Europa hubiera partidos que llevaran en su propia definición la palabra fascista.
El régimen cubano cumple nada menos que 65 años de vida. La mayor parte de los cubanos no han conocido otra forma de vida que el totalitarismo y la ausencia de libertad. Las promesas de aquel Fidel Castro icónico entrando en La Habana tras la huida del dictador Batista no solamente se han incumplido, sino que los viejos cubanos añoran el país que conocieron en el siglo XX.
El régimen cubano ha recurrido, como es ya tradición y costumbre, a buscar el causante de sus males en un enemigo exterior. Admitir que la ideología defendida durante muchos años no funciona, es difícil de asimilar. Por esa razón se acude a culpar a los Estados Unidos y al capitalismo. Conviene repetir que el gobierno cubano no está sometido a ningún embargo. Pueden importar alimentos, máquinas, medicinas. Lo que no logran es tener las divisas suficientes para abonar la factura y apenas quedan gobiernos que presten dinero con muy pocas garantías de recuperarlo.
La prueba evidente de que el sistema comunista, pese a su toque caribeño, no cuenta con el beneplácito de los cubanos es que el treinta por ciento de la población decidió marcharse de su tierra para buscar una vida mejor en el «infierno capitalista» de los Estados Unidos o Europa. Quienes no pueden votar en las urnas lo hacen con los pies.
El caos producido por la falta de electricidad y, en consecuencia, de agua no ha sido un hecho súbito ni sorprendente. Desde hace mucho tiempo se sabe que las centrales que eléctricas, que se alimentan con petróleo, deberían haberse renovado. Los fallos permanentes en las instalaciones eran públicos y las propias autoridades hablaron y prometieron transformar los centros de producción. Incluso se iniciaron los trámites para construir una central nuclear que muy pronto quedó en el olvido. Cuba tiene muchas horas de sol garantizado pero los paneles solares brillan por su ausencia.
Lo más grave de la situación del pueblo cubano es la falta de libertad. Sometidos a un sistema de control similar al que operó en la Alemania del este, los denominados Comités de Defensa de la Revolución (CDR), en cada manzana de viviendas un vecino controla e informa a la policía de la forma de vida de cada residente y, con esos datos, se premia o castiga a la hora de obtener vales la compra de determinados productos o tener acceso preferente a centros de salud.
Leonardo Padura, el gran escritor cubano que ha estado en varias ocasiones en Cantabria y que sigue viviendo en un barrio de la periferia de La Habana, señala el mal que más aflige a los cubanos, lo que les oprime. Lo concreta en esta frase: «En Cuba falta comida y electricidad, pero sobre todo esperanza».
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