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Cantabria ha sido cuna de genios. Desde ingenieros precursores, como Leonardo Torres Quevedo, arquitectos que han dejado honda huella, Juan de Herrera; pintores vanguardistas, María Blanchard; y escritores como Menéndez Pelayo o José María de Pereda. Tras la figura de gigantes se ha ocultado a ... muchos montañeses excepcionales, personas con enorme mérito, que no han sido suficientemente valoradas.
El caso del 'otro Ramón' resulta paradigmático. Ramón de la Serna y Espina tiene una biografía inusual. Cántabro nacido en Valparaiso (Chile), formado en Mazcuerras en su niñez, madurado en Londres y más tarde en Berlín, deja tras de si una obra literaria de gran valor, además de un trabajo periodístico no menos importante.
Ramón de la Serna y Espina (Valparaíso 1894-Santiago de Chile 1969) se autodenomina a sí mismo como 'el otro Ramón' –pseudónimo que utilizó en muchas ocasiones– porque su vida fue paralela a la de Ramón Gómez de la Serna (Madrid 1888-Buenos Aires 1963) escritor con enorme reconocimiento, fama y autor prolífico que vivió en España y por ello se conserva mejor su memoria. La filóloga italiana Daniela Agrillo, rescatadora de Ramón de la Serna, relata cómo en sus primeras investigaciones confundida al uno y al otro Ramón, hasta que aclaró que eran dos autores completamente diferentes.
La obra y la figura de Ramón de la Serna Espina será analizada en profundidad, y con rigor, en un encuentro organizado por la asociación Plaza Porticada, dentro de la programación de la UIMP. En dos jornadas –jueves 12 y viernes 13 de julio– el Palacio de la Magdalena descubrirá a un gran escritor y un periodista que firmó como Ramón de Luzmela y que publicó artículos en la prensa española y chilena.
La pulsión escritora de Ramón y su vivencia como hombre de su tiempo le llevó a escribir en los periódicos, elemento esencial de transmisión cultural en la primera mitad del siglo XX. Sus columnas contienen elementos personales fácilmente identificables. Especialmente sus referencias a los mitos de los dioses griegos y romanos y una prosa, densa en ocasiones, adaptada a los lectores de periódicos.
Como hijo mayor de Concha Espina tuvo siempre de su lado a una madre que comprendió que ese joven nacido en Chile, criado y educado en Mazcuerras, necesitaba abrirse a otros horizontes y por ello viajó a Londres donde vivió con una familia mucho tiempo y tras regresar a España marchó a Berlín donde se inició como corresponsal y columnista. En la capital alemana, agitada y culturalmente en vanguardia, vivió un tiempo con su madre Concha Espina, conoció al doctor Freud y se inició como articulista con colaboraciones en el diario español 'La Libertad'. Desde Berlín enviaba artículos en los que abordaba temas variados, siempre con una sorprendente capacidad de análisis y una visión de aspectos que pasaban desapercibidos para otros periodistas.
Su nacionalidad chilena le permitió vivir en España durante la guerra civil sin mayores problemas. Una vez terminada la guerra regreso a Chile. La España de Franco no le gustaba en absoluto y sintió la necesidad de regresar a su cuna. Tras su regreso a Chile no volvió a viajar a España y en Santiago publicó artículos en el diario de más prestigio, 'El Mercurio', y trabajó con intensidad en la traducción de textos escritos en alemán.
Su virtuosismo como traductor fue siempre reconocido, además su condición de políglota (dominada seis idiomas). La doctora Agrillo ha recogido en su libro 'La Torre invisible' una serie de obras de Ramón de la Serna que muestran la calidad literaria e intelectual del su autor. Se inició en el articulismo durante su estancia en Berlín desde donde enviaba sus comentarios y análisis al diario madrileño 'La libertad'. Más tarde fue colaborador habitual de 'La revista de Occidente' y en Chile publicaba en la cabecera de más prestigio del país 'El Mercurio'.
Ramón abordó casi todos los géneros: novelista, dramaturgo y articulista. La relación de este escritor chileno-cántabro con su familia fue complicada. Primero fue cercano a su madre, Concha Espina, con la que viajó a las minas de Rio Tinto cuando la escritora de Mazcuerras se documentaba para su novela 'El metal de los muertos'. Con el paso del tiempo surgió una competición con su madre en el universo literario y también con su hermano menor, Víctor de la Serna, que tuvo en España mucho más éxito que Ramón. La autoestima que Ramón tenía de sí mismo, le condujo a sentirse minusvalorado en relación tanto con la fama de su madre como con los éxitos de su hermano Víctor.
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