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La legislatura 2019/2023 prácticamente ha concluido. Las elecciones del próximo 28 de mayo suponen el punto final del parlamento, gobierno autonómico y de los municipales que han regido los destinos de Cantabria. Es, por tanto, hora del balance, momento para que quienes han tenido ... la confianza de los votantes expliquen lo que han conseguido y lo que de sus promesas se queda para mejor ocasión. Antes de iniciar el desglose de nuevas metas, de esos paraísos que se abren ante los ojos de los españoles cuando los políticos entran en celo electoral, se deben rendir cuentas.
La legislatura que expira tiene un elemento disruptivo que es preciso integrar en la fórmula que sintetice el resultado: la pandemia de covid 19, que distorsiona la comparación con la etapa anterior, que debe establecer la evolución de Cantabria respecto a la media nacional, ya que las restricciones afectaron a toda España.
Entre los muchos asuntos que han quedado para mejor ocasión, uno tiene un especial significado: la situación de cientos de personas que se han visto atrapadas en un laberinto político/judicial, tras adquirir una vivienda de forma legal y transparente. Los afectados por las sentencias de derribo asisten, una legislatura más, a la injusticia de verse privados del pleno disfrute de sus viviendas y treinta años después de las primeras sentencias siguen sin que los gobernantes que autorizaron la construcción de sus casas, resuelvan el problema. La amenaza de la piqueta persiste, mientras los gobernantes son incapaces de encontrar una salida, como sí se ha hecho en otras regiones.
Respecto a la marcha general de la economía basta el informe publicado por El Diario Montañés el pasado uno de abril: Cantabria creció, en el año 2022, un punto y medio por debajo de la media nacional… Y esta tónica se reproduce durante las últimas décadas. El paisaje se torna gris: El grupo Ferroatlántica apaga sus hornos y las factorías electrointensivas reducen producción y amenazan con cierre por falta de rentabilidad.
En el balance aparecen notas positivas: El puerto de Santander ha logrado desarrollar la nueva estación de ferris y con ella una base para repostaje de gas licuado, el nuevo combustible ecológico. El gigante del transporte marítimo, Boluda, ha hecho realidad el anhelo de que Santander cuente con una terminal para contenedores.
Cantabria siempre, desde el principio del siglo XX, ha disfrutado de un servicio sanitario por encima de la media nacional. El hospital Valdecilla ha sido y es un referente. Durante esta legislatura la sanidad atendió con eficacia la catástrofe de la pandemia y, tras ese esfuerzo, se transparentan ahora las carencias en los servicios básicos. La falta de médicos, el incremento de la edad media de la población y el mayor nivel de exigencia han engordado las listas de espera. La percepción es ambivalente: Excelencia en intervenciones quirúrgicas complicadas y deficiencias en la atención básica, especialmente en pediatría.
Los grandes retos de la región apenas sí han avanzado. Examinar la conexión ferroviaria de Cantabria desde cualquier ángulo conduce a la decepción: Ningún avance significativo más allá de las obras adjudicadas en algunos tramos del Ave de Palencia a Reinosa. El silencio sobre el avance de esa infraestructura resulta llamativo, porque lo lógico es que hubiera seguimiento e información de la velocidad con la que se llevan a cabo. Por el contrario, nada se filtra de un proyecto de gran importancia para la comunidad.
Los constantes retrasos, averías e incidencias en la vía Santander-Palencia han dejado de ser noticia. En los trenes de cercanías lejos de mejorar, el servicio ha empeorado, al aplicar nuevas medidas de seguridad y por la obsolescencia del material rodante.
El sector primario se jibariza año tras año y el abandono de la población rural es una evidencia. Los ganaderos son ahora jubilados, camareros, cocineros o guías turísticos. Las plantillas policiales adelgazan mientras crece –lentamente y partiendo de cotas bajas– la inseguridad ciudadana.
La cultura enseña la cara optimista: Han comenzado las obras del nuevo Mupac, avanza la metamorfosis del edificio del Banco Santander en Faro Santander, un museo espectacular. La reapertura del Museo de Arte Santander (MAS) está al alcance de la mano y la instalación del archivo Lafuente y una sede del Reina Sofía sigue con pasos adelante.
Las autovías se mantienen en infografías o en párrafos del BOE. Nada se sabe del tercer carril de la autovía a Vizcaya, la autovía Aguilar-Burgos apenas progresa y Cantabria carece de una salida adecuada al valle del Ebro y el Mediterráneo. Los gobiernos deben a los cántabros un proceso imprescindible: rendición de cuentas para comprobar cuánto de lo prometido es ahora realidad.
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