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Hace muchos años, allá por la década de los sesenta del pasado siglo, se puso en escena en Santander la obra de Alejandro Casona «La Sirena varada», en la que se aborda la dicotomía entre la realidad y la ensoñación. Asistí a su representación por ... parte de un grupo de aficionados en un pequeño teatro –ya desaparecido– en el edificio de Acción Católica, en la calle Rualasal. Me ha venido el título a la memoria al saber que, por obra del diputado cántabro Félix de las Cuevas, el Congreso aprobó una proposición que insta al Gobierno de España a iniciar las obras de la estación intermodal de La Pasiega.
La ensoñación del mundo creado por Casona resulta adecuada a la situación de este proyecto, que sigue varado y que nos recuerda a otros anunciados y repetidos hasta la náusea en Cantabria. Vivimos en una tierra que, sigo con las citas, se ajusta a la canción de Sabina que habla del «bulevar de los sueños rotos». La lista de las aspiraciones frustradas en nuestra comunidad es cada vez más larga y más onerosa.
Esa relación de aspiraciones nunca alcanzadas se remonta muchas décadas atrás. Desde el ferrocarril Santander-Mediterráneo hasta la comunicación por autovía con Madrid, aún pendiente de la construcción del enlace entre Aguilar de Campoo y Burgos, obra que no estará terminada antes del año 2030 y eso si finalmente España no entra en una fase recesiva y se pospone esa obra.
La Pasiega es, según el feliz hallazgo del periodista Juan González Bedoya, la última liebre mecánica lanzada por los gobiernos de España y Cantabria. Liebres mecánicas que activan los políticos para que, durante años, hablemos de ellas y, de la misma forma que en el canódromo, nunca alcancemos la liebre.
Hasta hace unos meses existía unanimidad sobre la excelencia de construir en los prados de La Pasiega una estación intermodal que albergara los servicios para el puerto de Santander, inviables junto a los muelles por falta de espacio. Además de servir al puerto, ese polígono industrial será la sede de nuevas industrias que encontrarán terrenos accesibles y un suelo con una excelente red de comunicaciones para importar y exportar los productos.
Los diferentes gobiernos regionales han estado de acuerdo sobre la necesidad de activar La Pasiega. Tanto es así que desde hace un año se ha iniciado una fase previa, con la explanación del terreno. Cuando todo parecía avanzar, aparecieron los obstáculos. El Gobierno de España anunció que no estaba en sus planes construir la vía férrea que conectaría el polígono con el resto de España, porque ya se cuenta con una estación intermodal en Camargo. Ese complejo se ha quedado pequeño y no puede crecer porque los terrenos adyacentes están afectados por grandes requisitos de protección ambiental, que lo impiden.
La aprobación de esta infraestructura en el Congreso de los Diputados restaura las esperanzas de que La Pasiega –tras años de anuncios, palabras y muchos elogios– se haga realidad. Esperanzas basadas en que, con el aval del Congreso y sin ninguna oposición de los partidos cántabros con representación parlamentaria, es posible que el propio gobierno autonómico se lance a la construcción de esa estación intermodal.
Parece claro que la estrategia de esperar a que el ejecutivo nacional, ADIF, RENFE o cualquier otro organismo dependiente del poder central, inicien el desarrollo de esa gran área logística, es un planteamiento equivocado que solamente conducirá a una larga espera y la frustración consiguiente al no alcanzar la meta. Con la aprobación del Parlamento nacional y con la seguridad de que el proyecto ha sido avalado por los partidos políticos cántabros existen las condiciones para abordar, desde Cantabria, la construcción de ese proyecto.
La financiación deberá ser sostenida tal y como se prometió en su momento, es decir, con dinero de los dos gobiernos, el central y el autonómico. Si ahora el primero se niega a aportar su cuota, se podrá reclamar por diferentes vías, siempre de forma en que se evite un injusto retraso en el desarrollo de esta infraestructura, que los expertos y los políticos consideran esencial para el futuro del puerto santanderino y para impulsar nuevas inversiones en la comunidad autónoma.
Sería una injusticia imperdonable que el Estado niegue esa inversión cuando ha destinado muchos millones de euros a los puertos de Bilbao y de Gijón. Cantabria debe reivindicar sus derechos y tomar la iniciativa porque la experiencia demuestra que la región ha perdido oportunidades a la espera de que el gobierno de España cumpla sus promesas. El intermodal de La Pasiega no debe ser otra «sirena varada».
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