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Tal día como hoy, hace setenta y nueve años, el bombardero americano Enola Gay lanzó sobre la ciudad de Hiroshima la bomba atómica. Los efectos fueron devastadores: ciento veinte mil muertos directos, decenas de miles de heridos y otras muchas personas que fallecieron posteriormente, a ... causa de las quemaduras y la radiación. Los físicos enrolados por el gobierno de los Estados Unidos, procedentes de diferentes países, lograron hacer realidad teorías sobre las que trabajan ingenieros alemanes y rusos.
La deflagración de 'Little Boy' supuso el comienzo a la era nuclear y abrió un debate que, aún hoy en día, sigue abierto sobre dos cuestiones: la propia creación de la bomba y la justificación de su lanzamiento. El estreno de la película 'Oppenheimer' ha sido un acicate para actualizar las razones o sinrazones del proyecto 'Manhattan' que, con una ingente inversión de dinero y de medios, consiguió desarrollar la energía atómica. La cinta apenas aborda la cuestión esencial de la decisión de utilizar la bomba, ni explica el contexto.
Con perspectiva histórica es fácil condenar tanto la investigación que generó la bomba atómica como su lanzamiento. Un estudio más pegado a la realidad de 1944 ofrece razones por las que el presidente Truman autorizó su empleo. Los Estados Unidos fueron renuentes a participar en la guerra y solamente entraron, tras el ataque a traición del ejército japonés a Pearl Harbour.
En la guerra murieron miles de jóvenes y otros tantos resultaron heridos y mutilados. Tras la toma de Berlín y el final de la guerra en Europa, en mayo de 1944, era evidente la inevitable derrota de los japoneses. El imperio japonés debía rendirse, pero la cultura samurái impedía que la rendición fuera una opción. Desde los generales hasta los soldados, estaban imbuidos en que era preferible morir en combate. Durante la toma de la pequeña isla de Iwo Jima se comprobó que, aun estando acorralados y en inferioridad, los soldados japoneses se lanzaban en ataques suicidas, que producían numerosas bajas en el ejército estadounidense.
En el verano de 1944 los militares calcularon las bajas que supondría tomar por tierra el país. La cifra era aterradora. El presidente de USA debía elegir entre seguir la guerra con la invasión de las islas del archipiélago japonés y arrostrar la pérdida de miles de jóvenes soldados norteamericanos o lanzar la bomba atómica para poner fin a los combates. Previamente, el día 10 de marzo de 1945, los bombarderos americanos lanzaron una lluvia de fuego sobre Tokio. Por primera vez se lanzó napalm, lo que unido a que la mayor parte de las casas de Japón eran de madera, provocó un incendio en el que murieron más personas que con la bomba atómica.
Tras aquella masacre el gobierno de los EEUU pensó que el nipón tomaría la decisión de rendirse. Por el contrario, se decretó la resistencia total con la amenaza de que el ejército americano debería tomar las ciudades calle por calle. Unas pérdidas humanas que la democracia americana no estaba dispuesta a asumir en ningún caso.
El presidente Truman optó por utilizar la bomba para acortar la guerra y, sobre todo, salvar la vida de miles de jóvenes americanos condenados a muerte si se producía la invasión del territorio japonés. Es más, tras la deflagración de le primera bomba atómica, los generales nipones se negaron a capitular, e incluso hubo un grupo de militares dispuestos a la rendición que fue reducido por el resto. La tesis esgrimida por la inteligencia japonesa era que aquel ataque nuclear no podía repetirse, porque la explosión de Hiroshima era el único artefacto atómico que tenía Estados Unidos.
La segunda bomba, sobre Nagasaki, fue la prueba de que los gobernantes japoneses estaban equivocados y la que obligó a la rendición del 'imperio del sol' y puso el punto final a la Segunda Guerra Mundial.
El desarrollo científico para crear la bomba también ha sido cuestionado. Los americanos que pusieron en marcha el proyecto 'Manhattan' sabían que en Alemania se desarrollaba otro muy similar y que los alemanes iban por delante en la carrera para construir una bomba. Quizás la gran pregunta es otra ¿Fue ético investigar sobre la energía atómica? ¿Se debió cerrar la puerta a la ciencia? Es difícil pensar que, tarde o temprano, cualquier país no hubiese ordenado acelerar la investigación y llegado a la meta: la bomba. Junto al arma de destrucción masiva, también se ha dotado a la humanidad de una fuente de energía limpia, barata y fácilmente regulable.
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