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La primera semana de febrero de este año recién iniciado ha sido verdaderamente negativa para Cantabria. Lo importante no es el ente, la región, la comunidad autónoma… sino que ha sido una semana de decepciones y fracasos para todos los que vivimos en esta tierra. ... Cuando escribo Cantabria generalizo y lo cierto es que esta semana negra nos concierne a todos los que vivimos en esta tierra. Las personas son lo que importa.
La etiqueta de 'semana negra' nace de la lectura de El Diario Montañés del día 3 de febrero. Basta un leve repaso a algunos titulares. «Revilla califica de chapuza la gestión de Renfe y dice que tienen que rodar cabezas», «Colas y caos en Alto Campoo», «Las listas de espera (sanidad) se disparan en Cantabria y alcanzan la cifra récord de 15.322 pacientes», «La región destruye 3.166 empleos y suma 1.139 parados en el mes de enero», «La empresa descartada para instalar protones en Valdecilla recurre al TSJC». Todo esto en la portada del DM en un solo día. ¿Es posible sumar más decepciones y afrentas?
Naturalmente, entre los dirigentes de nuestra comunidad autónoma nadie se sintió señalado. Los trenes mal diseñados son culpa de Renfe, el crecimiento de las listas de espera se despacha con un silencio elocuente, la mala marcha del empleo es coyuntural y el fiasco en la estación de esquí del Alto Campoo, un problema técnico que ya está en vías de solución. Los posibles problemas legales con la instalación de la protonterapia en Valdecilla se solapan al retraso en su puesta en marcha, pero nada se responde ante el recurso legal.
El fiasco y ridículo propiciado por la noticia de que los trenes diseñados no cabrían por los túneles tiene diferentes lecturas. La obvia es la que nos remite a la guerra de Gila y su teléfono, con aquello de «nos han mandado cañones sin agujero y unos submarinos que se sumergen, pero no emergen…ah, que eran barcos». Otra más retorcida es la apuntada por el líder de Ciudadanos, Félix Álvarez, según la cual todo es una treta para justificar el retraso de dos años en la construcción de las máquinas. No debemos olvidar que en el año 2019 se llevaron algunos trenes que prestaban servicio en Cantabria al área metropolitana de Barcelona. Esta tesis se apuntala al saber que hace dos años que Renfe, Adif y el ministerio sabían que las máquinas no servían, y por ello no se inició su construcción.
Lo preocupante es que, tras la portada de El Diario, las reacciones se han reducido al cese de dos innominados técnicos de Renfe y Adif, que realmente han sido un adelanto en su inminente jubilación. Ni el Gobierno de Cantabria, ni la oposición, ni la sociedad civil han movido un dedo. Los cántabros aceptamos con mansedumbre el maltrato del Gobierno de España. Y nuestros representantes, democráticamente elegidos, se limitan a asistir, como espectadores, al espectáculo del ninguneo a los cántabros.
El resultado del episodio de los trenes que no caben en los túneles se salda, en el mejor de los casos, con tres años de retraso en la mejora del material ferroviario. Mientras aceptamos esta realidad ahora, no dentro de meses o años, los viajes en las líneas de cercanías o corto recorrido no solamente mantienen una velocidad digna de los trenes del lejano oeste, sino que han visto incrementar el tiempo empleado para los trayectos por las nuevas medidas de seguridad.
Las pérdidas esta temporada en la estación de esquí de Alto Campoo serán muy cuantiosas, en parte por el retraso en la llegada de la nieve y por la falta de mantenimiento en los remontes y servicios. ¿Informará Cantur de la previsión de pérdidas para esta temporada? Los cántabros tenemos derecho a saberlo, porque somos accionistas cautivos de esa empresa. ¿Prevé Cantur las consecuencias del cambio climático en Alto Campoo? Quizás no lo hacen porque son negacionistas y, en el fondo, tiene fe en que el calentamiento global sea una nube de verano. El colmo llega unos días más tarde cuando CC OO –que no es precisamente un sindicato amarillo– denuncia el caos en Alto Campoo y que Cantur es un nicho de colocaciones a dedo.
Para esta tarta de afrentas faltaba la guinda: En El Diario Montañés del miércoles 8 de febrero se publica que «La producción industrial de Cantabria descendió una media del 1,3% en el año 2022, frente al incremento medio nacional del 2,4%». Se puede hacer peor, pero es difícil. Los gobernantes siguen a Voltaire, en 'Cándido', y nos dicen que «todo va de la mejor manera, en el mejor de los mundos posibles».
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