Secciones
Servicios
Destacamos
Se ha cerrado la programación densa, desbordante y exuberante de la Semana Grande de Santander. Una de las cimas de la industria turística cántabra, un río de personas y de dinero que fluye en el apogeo veraniego, siempre definido como el mes que comprende el ... final de San Fermín y la fiesta de los Santos Mártires de Santander. Para los menos optimistas, solamente los días de Virgen a Virgen, desde la festividad del Carmen a la de la Asunción.
Este fin de la Semana Grande sitúa en la agenda de la actualidad el debate sobre la masificación del turismo, el daño que causan los pisos turísticos al mercado del alquiler, el modelo económico por el que optar y otras cuestiones adyacentes. Una prueba del interés que suscita el crecimiento del turismo es que en El Diario Montañés del domingo 21 de julio se publicaron tres columnas sobre la materia.
Una cuestión medular es la referente al modelo que queremos para Cantabria. Creo que la fórmula de un crecimiento sostenible, capaz de crear un tejido productivo competitivo y rentable, es la industrialización. Nuestra región tiene una larga y fructífera trayectoria en el terreno de las empresas de fundición, químicas, construcción naval y agroalimentarias. La industria ofrece salarios altos, necesita personal con alta formación y no está sujeta a que salga el sol o a que una determinada comarca se ponga, o no, de moda. Potenciar al máximo la industria es la mejor manera de evitar la fuga de jóvenes talentos y de mejorar la calidad de vida de los cántabros.
El desarrollo industrial es perfectamente compatible con el turismo. En la bahía de Santander se ubica, hoy en día, el puerto, un astillero, la empresa Equipos Nucleares, la petroquímica Dynasol, el aeropuerto..., y eso no resta un ápice al atractivo de una bahía que, en un verso de Gerardo Diego, es «bella entre bellas del harem de España».
Si miramos el pasado aparece el recuerdo de un Santander industrializado: el astillero de Corcho, la fábrica del gas Lebon, la factoría de Cirages Françaises, Sinfín, La Marga, Curtidos Mendicouague y un extenso etcétera. La ciudad compatibilizaba sin traumas su potencia industrial con el auge comercial y fue pionera del turismo con los baños de ola, durante el reinado de Isabel II y más tarde con los veraneos reales de Alfonso XIII y su familia.
Cantabria puede y debe perseguir su vocación industrial y, en paralelo, seguir con su oferta turística. Parece existir cierto consenso en que la escasez de viviendas en alquiler se debe, principalmente, a la ausencia de promociones de nuevas casas. También la tensión en el mercado se achaca, en parte, a una legislación que produce desconfianza en los propietarios. Nadie, con un planteamiento lógico, puede pensar que existen propietarios imbéciles que mantienen sus viviendas sin alquilar (pagando el IBI y demás impuestos) solamente por crear problemas al gobierno de turno. Quienes tienen la responsabilidad de legislar deberían estudiar, con detalle, la realidad del mercado del alquiler.
Un concepto que cala día a día en la sociedad es el de «turismo de calidad», ligado al desprecio al «turismo de masas», también motejado como turismo diésel, en el sentido de que camina mucho y gasta poco. Se trata de un concepto alienante, autoritario y antidemocrático que algunos gobernantes quieren imponer. Se envía un mensaje según el cual viajar, hacer turismo, debe quedar reservado a las personas con alto poder adquisitivo. Llevado a un extremo se resumiría en un eslogan que rezara: «Pobres fuera». La popularización de las vacaciones, el ocio y el turismo son una conquista social qué, a través de mayores periodos de vacaciones, mejores salarios y viajes en avión a precios inimaginables hace treinta años, unido a ofertas hoteleras asequibles para una gran parte de los españoles, es una realidad, una conquista social.
Imponer criterios selectivos para aceptar o no a determinados visitantes es, además de imposible, un criterio absolutamente antidemocrático. Es evidente que la masificación trae, junto a una ola de dinero y empleo, inconvenientes y problemas, pero no es asumible que en un país democrático se intenten eliminar conquistas sociales ya consolidadas, como la extensión de la posibilidad de viajar y disfrutar de vacaciones. ¿Volveremos a elevar el coste de los viajes aéreos a la etapa de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo?
El turismo es un motor para el empleo y aporta riqueza, lo que no debe hacernos olvidar que Cantabria necesita recuperar potencia industrial, un sector que siempre ha tenido una profunda raíz en esta comunidad. Turismo e industria son perfectamente compatibles.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.