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Abres las páginas de El Diario Montañés y te enfrentas a una mala noticia, qué digo mala, pésima. Leo que ha fallecido Ricardo Arques, un periodista de raza, un santoñés que ha ejercido el viejo oficio de contar historias reales, en España y en América ... . No era un novelista, no. Fue un periodista de raza, de los de la vieja escuela. La información despierta recuerdos de otra época, cuando los periodistas plantaban cara al poder, para que los ciudadanos supieran la verdad. Aunque la verdad sirviera, en ocasiones, para demostrar que las palabras se quedan en el papel prensa, sin más consecuencias que entrar en la planta de reciclaje.
Ricardo Arques fue protagonista de una hazaña periodística que llevó a los juzgados y más tarde a la cárcel a un ministro del gobierno de España y que desveló uno de los episodios más sórdidos de la historia de España, en periodo democrático. Arques representaba el paradigma del periodista: curioso, independiente, audaz y fiel a aquella máxima que reza: «Noticia es contar algo que alguien quiere ocultar, el resto es propaganda».
Arques sacó a la luz una de las páginas más negras de la historia reciente de España. En la década de los ochenta del siglo pasado, tras la arrolladora victoria del PSOE en las elecciones de 1982, el gobierno comenzó a ejecutar un plan en la lucha antiterrorista: utilizar las mismas armas que ETA y quebrar el 'santuario francés' en el que los etarras se refugiaban con total impunidad, ante la nula colaboración del gobierno galo. Para ello se creó el GAL, Grupo Antiterrorista de Liberación,
Ricardo Arques, un joven periodista entonces, trabajaba en el diario 'Deia', un periódico próximo al PNV. Ricardo recibió una confidencia: En el País Vasco francés había una caja enterrada, que contenía importante documentación sobre la identidad de los GAL. El autor de la filtración sólo pedía, para desvelar el lugar exacto en el que estaba la documentación, garantía de que se publicara la información.
Durante un tiempo, Arques negoció con su periódico, pero no encontró receptividad y habló con el director de 'Diario 16', un periódico dirigido por Pedro J. Ramírez, para sacar a la luz la realidad de los GAL. Arques dejó el periódico en el que trabajaba en Bilbao, muy cerca de su Santoña querida, y se trasladó a Madrid. Formó un equipo con otro periodista especializado en investigación: Melchor Miralles.
Los dos reporteros recibieron la información precisa y viajaron al País Vaso francés para recuperar la documentación. Aquellos papeles sirvieron para iniciar una tarea de minuciosa investigación, llevada a cabo contra el gobierno que trataba de mantener en secreto la historia de los GAL. Un trabajo que desveló que tras los GAL estaban altos cargos del gobierno. Finalmente, tras la intervención de la Guardia Civil, fueron procesados, juzgados y condenados el antiguo ministro de Interior del gobierno socialista, José Barrionuevo; el director general de la Policía, Rafael Vera, y Julen Elorriaga, que fuera delegado del Gobierno en el País Vasco.
Sin duda, aquellos reportajes de investigación, firmados por Miralles y Arques, están en la historia del periodismo español. Una confirmación de la importancia de su trabajo fue la presencia en Madrid del periodista norteamericano Bob Woodward en el Ateneo de la capital para presentar el libro, escrito por Arques y Miralles, que, con el título 'El Estado contra ETA', relataba la investigación que llevaron a cabo para descubrir el caso GAL.
En estos momentos, con sombras amenazantes sobre la libertad de expresión, es oportuno recordar y rendir homenaje a quienes no se arredraron y contaron la verdad.
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