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¡Idiota! A todos nos lo han llamado alguna vez y siempre lo hemos tomado como un sinónimo de tonto, imbécil o una manera más suave del sempiterno y recurrente gilipollas. Y va a ser cierto que al final lo somos. En la Grecia clásica ... un idiōtēs (ἰδιώτης) era aquel que, de manera consciente, se preocupaba solamente de sus propios asuntos y desdeñaba lo público y común frente a lo personal. La raíz ídios (ἴδιος) significa «de uno mismo, particular», de ahí viene idioma o idiosincrasia entre otros.
El idiota etimológico parte de su egoísmo, con un alto concepto de sí mismo, convencido de que no será responsable del gobierno que salga sin caer en la cuenta de que eso le convertirá en un idiota actualizado, un engreído que se piensa ajeno a lo que sucederá sin ser así, puesto que su omisión será su manera de licitar todo aquello que devenga de las urnas.
Irónicamente, y sin tener ni idea de su origen, el domingo 28 de mayo, 139.111 personas. –un 29,60%– hicieron, nunca mejor dicho, lo propio y se abstuvieron de votar, sin ser conscientes de que su pasividad también les ha hecho partícipes del resultado y que a él deberán ajustarse, como seres sociales que son, con sus pros, sus contras y sus consecuencias, como las próximas elecciones generales de julio.
Teniendo en cuenta que el partido más votado en nuestra comunidad – el PP– lo ha sido con 115.168 votos –24.000 votos menos que las abstenciones–, se puede vislumbrar que, aunque estas no den ni quiten votos a ningún partido, sí que condicionan lo que sucede, sobre todo si lo extrapolamos a España, donde el 36,09% no votó, una barbaridad, un dato que tendría que servir a nuestros dirigentes para replantearse cómo lo están haciendo.
Puedo comprender que se esté cansado de la clase política, pero lo que no podemos hacer es ponernos a su nivel y dejar que la apatía se apodere de nosotros. Si en el menú del día no hay ningún plato que apetezca, somos conscientes de que hay que comer y elegimos aquel que menos nos desagrada. Con esto es lo mismo. Si no te gusta lo que ofrecen, hay que comer. Hay que avanzar como sociedad. Si ellos no han hecho correctamente su trabajo, tú sí que tenías que hacer bien el tuyo. Y eso, por suerte o por desgracia, consistía en votar. Solo eso. Votar. Y que no fueras idiota etimológico. Que no lo fueras. Que no fueras idiota actual. Que no lo fueras. Votar. Y que aprovechase. Quién sabe, quizá hasta te habrían invitado al chupito. Espero que el 'hambre' te lleve a hacerlo el 23 de julio.
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