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Durante la adolescencia tuve un amigo que siempre me decía: si te pillan, rechaza toda acusación, tira hacia delante y, cuando más acorralado te veas, indígnate e intenta que la otra persona se sienta mal por pensar eso de ti. Era guapote, locuaz, divertido, con ... novia formal, aunque luego mantenía relaciones con otras mujeres cuando podía, que era muchas veces, porque, afirmaba, eso estaba en la naturaleza del varón. Una de esas personas que siempre caía bien, hasta que hurgabas un poco en su manera de ser y te alejabas, porque su estilo de vida se basaba en la manipulación y veías fácilmente las costuras de su existencia. Su novia, que era un encanto, tenía siempre indicios de sus infidelidades, pero, cuando ella lo acusaba, siempre acababa creyéndolo ante su estrategia. Se mantuvieron juntos durante mucho tiempo, y no lo abandonó hasta que lo sorprendió por la calle con otra chica haciéndose arrumacos. Luego, a agua pasada, se reprochaba haber sido tan boba y haberse dejado convencer tantas veces cuando 'lo sabía'.
Al morir un vecino de mi pueblo, durante la lectura de su testamento, apareció una mujer residente en otra ciudad que decía que había sido su amante durante muchos años, que había tenido un hijo con él, y reclamaba su parte de la herencia. La viuda lo negó todo desde la ignorancia de su vida, y, en el juicio, aseguraba, con vehemencia, que eso era imposible porque su marido siempre había dormido en casa por las noches y que por eso no podía haber tenido relaciones sexuales con otra persona. Las risas del jurado fueron una mezcla entre compasión y perplejidad por la bisoñez de mi vecina, que se sorprendió aún más cuando las pruebas de paternidad aseguraron lo que la otra mujer decía. Si la hubieran conocido, se entendería mejor: mujer de pueblo, analfabeta, ama de casa, siete hijos, sin salir nunca de su entorno, sometida por completo a su condición y sin haberse planteado jamás que era una víctima del sistema.
Ahora que Donald Trump vuelve a estar de actualidad por sus modos y nos preguntamos cómo pudo alcanzar la presidencia de Norteamérica, es indispensable entender qué tipo de votantes tiene para comprender lo sucedido. Porque Trump se fue, sí, pero lo que representa, no. Y es que no podemos olvidar que, para que alguien como él exista, es necesario que sea votado, y esos votos pueden surgir desde el desconocimiento de la realidad, como mi vecina, o desde la negación consciente de la misma, como la novia de mi amigo, ambos escenarios posibles en cualquier proceso electoral del mundo, y eso es mucho más revelador de la esencia humana que cualquier análisis posterior que hagamos.
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