Secciones
Servicios
Destacamos
Vivimos en sociedades cada vez más dinámicas y cambiantes donde las nuevas tecnologías presentan un uso prácticamente generalizado. Se observa que el 93,1% de ... los menores de 10 a 15 años utiliza un ordenador personal, el 94,7% navega por Internet y el 70,6% utiliza teléfono móvil. En concreto destaca que un 23,3% de los menores de 10 años ya tiene teléfono móvil propio y el 94,8%, con 15 años. A ellos les parece normal. No lo dan mayor importancia.
Comenzamos a darnos cuenta de que móviles, redes sociales y menores son una mezcla explosiva. Y se preocupan de ello tanto las familias como los profesionales y los expertos. La adición al móvil es similar a la de los videojuegos y máquinas tragaperras (comparables a las adicciones a sustancias). El nivel socioeconómico no origina diferencia en el acceso a las redes sociales porque es gratuito y esto debiera hacernos sospechar, porque el producto en venta somos nosotros mismos tanto más valiosos para las redes sociales cuanto más enganchados.
No podemos negar que las tecnologías digitales aportan estar conectados, facilitan la socialización y ofrecen vías alternativas de formación y creatividad. Pero también hemos de conocer sus peligros: fomentan bajo rendimiento académico, originan problemas en el desarrollo del lenguaje e inclinan al narcisismo, al exhibicionismo y al voyerismo. Incluso en algunos casos pueden facilitar autolesiones y suicidios. En todo momento concentran la atención en lo virtual con perjuicio de lo presencial.
Hace meses, el Gobierno aprobó un informe de 107 recomendaciones, ante lo que ya se considera asunto de salud pública. Proponen los expertos que los adolescentes tengan teléfono móvil, pero sin acceso a internet. Es positivo que se haya abierto un debate para que se tome conciencia de que estamos ante un problema muy serio. Cierto que la prohibición no va a resolver el problema. Prohibir el uso de internet es una medida utópica porque prácticamente todo el mundo usa las nuevas tecnologías. Más eficaz sería que tanto familias, como centros educativos y profesionales de la salud comprendieran los riesgos potenciales de su uso excesivo e implementaran estrategias para promover su desarrollo saludable a cualquier edad.
¿Quién tiene más responsabilidad? ¿Las empresas tecnológicas o los padres? Por supuesto, que las tecnológicas tienen su culpa. Pero también deben asumir su parte de responsabilidad los padres y educadores. Es un problema que no se va a arreglar solo con la ley, va a necesitar de pedagogía. Los padres deben tomar medidas. Pueden retrasar la entrega del móvil a sus hijos. Es una magnífica iniciativa porque se trata de una tecnología que crea adicción. Y sobre todo han de dar ejemplo. ¿No se pueden tomar medidas en la convivencia diaria como, por ejemplo, no utilizar el móvil durante las comidas, controlar su utilización y prescindir totalmente de él durante algún período no corto de tiempo? Otros proponen una acción colectiva y consensuada entre familias, centros escolares, instituciones encargadas de la protección a la infancia, empresas tecnológicas y la sociedad en general. Mejor, entonces, plantear condiciones temporales y espacios de uso que permitan habitar este nuevo mundo sin renunciar ni a los principios ni a la presencia como génesis necesaria para los vínculos humanos y los lazos sociales.
Todo ha evolucionado tan rápidamente que ahora es difícil regular y poner límites a algo que su uso es generalizado y útil en tantos aspectos. Pero alguna regulación es necesaria que incluya prohibiciones. Frente a prohibir se invoca educar, pero la educación implica límites y prohibiciones (como la educación vial, semáforos y multas). La prohibición del móvil en la escuela choca con su uso escolar, pero la enseñanza no debiera depender tanto de los móviles. Los países en el top del informe PISA (asiáticos y norte de Europa) no se caracterizan precisamente por el uso de pantallas en clase.
Hemos de incidir en la alfabetización digital para hacer un uso mejor de la tecnología preservando los principios éticos que nos orientan en la convivencia social. Y proponer, siempre en positivo, alternativas presenciales que crean unión de unos con otros: deporte, lecturas, salidas, encuentros grupales.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.