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Vivimos actualmente en la 'era digital', inmersos en la información y la informática. Las redes sociales nos unen, nos informan, nos conectan… en una palabra, resuelven así la dimensión social del ser humano y que es muy importante. Pero hay que hacer buen uso de ... ellas porque recibimos muchísima más información de la que somos capaces de asimilar. Y en los adolescentes probablemente este problema es mucho mayor, porque todavía no han madurado convenientemente y no han desarrollado la capacidad de entenderse a sí mismos y a los demás. Más aún, el uso excesivo de las nuevas tecnologías les expone mucho al acoso o por lo menos a unas relaciones no precisamente beneficiosas con los demás. No son capaces de evaluar con serenidad muchas de las informaciones que reciben y el efecto contagio es importante. Se ha demostrado que muchos de ellos tienden incluso a autolesionarse o imponerse dietas muy restrictivas para llamar la atención ante un trastorno mental.
El consumo excesivo de las nuevas tecnologías al que se ven sometidos muchos altera la regulación de sus emociones. Los que utilizan mucho tiempo estos dispositivos se relacionan peor con sus iguales, pierden habilidades sociales y no son capaces de acertar ni con las intenciones de los demás ni las suyas propias. Esto genera angustia y ansiedad. Si un adolescente, hoy en día, decide no utilizar las redes sociales, probablemente tendrá muchos problemas para encontrar amigos. Muchos son incapaces de dejar el móvil incluso mientras están con amigos, con lo cual las relaciones que establecen son muy pobres. Por otra parte, duermen poco y su sueño no es de calidad.
Las decisiones que tomamos a lo largo de la vida repercuten en nuestra salud. Porque la salud no es fruto del azar, sino que depende de las decisiones que tomemos en cada momento, de los buenos hábitos que vayamos adquiriendo. Pero los buenos hábitos requieren motivación, esfuerzo, disciplina y… paciencia. Para conseguir una buena salud mental recomiendan ejercitar virtudes como la fortaleza como capacidad de encajar y aprovechar las adversidades de la vida. También la templanza que nos ayuda a percibir lo que de verdad necesitamos para sentirnos bien. Y la prudencia que nos impulsa a reflexionar antes de actuar y prever las consecuencias de nuestros actos.
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