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El ministro Marlaska inauguraba hace unos días la remodelación del Penal de El Dueso. Su departamento ha invertido 16,5 millones de euros para reformar ... celdas, cocinas, talleres y zonas de mujeres. Se ha pasado de una dotación de celdas dobles a todas individuales con duchas también dentro de ellas. En total el nuevo Dueso ha reducido su capacidad a un máximo de 350 reclusos.
Para quienes no conozcan este penal cántabro es bueno que sepan que es un conjunto carcelario de 400.000 m2 con una muralla circundante de varios kilómetros en plena Reserva Natural de las Marismas de Santoña. Tal exagerado espacio se ocupó porque el proyecto original de El Dueso estaba previsto con 4 módulos para 1.500 reclusos, incluido manicomio, campos de cultivo y servicios. Al final solo se hizo una pequeña parte encima de los restos del cuartel imperial napoleónico.
Su historia es jugosa. Para su nacimiento en 1907 hubo una discusión parlamentaria previa entre llevarlo al Castillo de Figueras o Santoña. Se trataba de traer los penados de Ceuta, Melilla, Alhucemas, que nadie quería en la España de aquel tiempo porque eran los reclusos más peligrosos. Pero hubo un plante de la catalanidad de inicios de siglo para que no se llevasen a Figueras. No es la discusión actual de la emigración aunque tiene semejanzas.
Hubo protestas por parte de la población santoñesa (también adhesiones) pero ganó la idea de colocarlo en Santoña porque pesaba mucho ser una plaza fuerte militar. La Provincia de Santander ya contaba políticamente poco y encima El Dueso parecía propicio a la redención de los reclusos con las 'nuevas ideas' de obligarles a la desecación las marismas con trabajos forzosos.
Afortunadamente las marismas sobrevivieron y los días de El Dueso siguieron su proceloso devenir con momentos históricos tormentosos, como ser testigo de las reclusiones masivas de compatriotas de ambos bandos de la Guerra Civil. El último episodio de 1937 fue el de cientos de gudaris vascos allí detenidos después de su rendición al ejército de Mussolini en lo que vino a llamarse 'Pacto de Santoña'.
En tono más pacifico, pero de gran importancia local, también ha tenido que ver El Dueso con la lucha popular entre los años 1992 y 1998 contra el traslado de la Prisión Provincial desde Santander al interior de sus murallas. El movimiento ciudadano de aquellos días planteó también el derribo de esas murallas. Se buscaba acabar con un disparate ambiental y obtener en cambio un espacio de libertad para ciudadanos y aves en los enormes terrenos sobrantes del penal.
Esa lucha resultó infructuosa por diversas deslealtades y engaños políticos. También hubo dudas de los gobiernos regionales y, sobre todo, sobraron detalles cercanos a la hipocresía. No obstante fue la primera vez que una parte organizada de la población local denunció el anacronismo de tener un gran territorio amurallado dentro de una de las reservas naturales más importante de la península ibérica y con uno de los panoramas de costa más imponentes de Cantabria.
Y no será la última vez que luchemos los cántabros de ahora o del futuro próximo hasta conseguir que lo que es normal en las sociedades europeas lo sea también en Santoña. Los 400.000 m2 del Penal albergan a 350 reclusos, o lo que es lo mismo suponen 10.000 m2 para cada 9 penados cuando el estándar que determina la ley urbanística de Cantabria en la expansión de nuestras ciudades y pueblos es de 200 personas por cada 10.000m2. Es decir, en nuestras ciudades los cántabros estamos casi 21 veces más 'apretados' que en El Dueso.
Hay hechos que parecen incomprensiblemente petrificados e inamovibles. Lo de El Dueso y su híper inflación espacial dentro de una reserva natural es uno de ellos. Lo que para el ministro era un motivo de orgullo cuando decía «El Dueso cuenta con la mayor superficie de zonas comunes de los penales españoles», para muchos ciudadanos en cambio es una atemporabilidad sin sentido. No vamos a callar ante la colmatación de espacios de gran valor medioambiental con murallas. Y mucho menos a aplaudirlo como los corifeos aguanta-todo que asentían ante el ministro el otro día .
La cantabricidad duerme ante esas disfunciones de banalización del territorio. No nos parecemos nada a la manera ilustrada de cómo defienden sus raíces nuestros vecinos de Euskadi. Aquí llevamos mucho tiempo en el dejarnos hacer por un Estado que nos ignora demasiadas veces. Llevamos tanto tiempo así que ya nos ha arraigado la indolencia. Es una forma más de la peculiar pendiente declinante de Cantabria.
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