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El 26 de setiembre se cumplen 200 años de la capitulación de la Plaza Fuerte de Santoña al Mariscal de Campo Schaefer, mando francés de los denominados 100.000 Hijos de San Luis. Tras cinco meses de asedio, el gobernador Rafael de Hore, leal a ... la Constitución, tuvo que poner punto final en Santoña al Trienio Liberal de Riego, junto a casi 2.000 compatriotas agotados por hambre y enfermedades.
Es emocionante imaginar la salida de Hore a tambor batiente con parte de los suyos hacia el Pasaje santoñés donde embarcaron desterrados a Francia. Al inicio y a lo largo del asedio de tan desigual fuerza les ofrecieron condiciones ventajosas de rendición y renuncia a sus ideas liberales, pero ellos nunca dejaron de defender con honor y sangre la literalidad de su Constitución y los derechos igualitarios de todo un pueblo en ella consagrados.
Retomada la reacción absolutista de aquel rey Fernando VII, se inician años de política febril en el que se producen de nuevo recuperaciones constitucionales, regencias monárquicas, una primera República con movimientos cantonales absurdos y toda una serie de levantamientos carlistas de segregación de Vascongadas, Navarra y Cataluña con el estandarte de Dios, Patria, Rey y Fueros. En realidad era una petición de privilegios y separaciones al margen de una Constitución que, sin embargo, ya era de todos y para todos.
Santoña tuvo, una vez más, un papel activo en defensa de la legalidad en las tres guerras Carlistas que empiezan en 1833. Su Plaza Fuerte fue especialmente determinante para el triunfo de las fuerzas liberales en los muy cruentos cuatro años que finalizan en 1876. Fue en esta guerra cuando tuvo lugar el episodio de emigración forzosa por la guerra fratricida de un buen número de pescadores y armadores vascos hacia Santoña, origen de la gran cantidad de actuales apellidos santoñeses de raíces ondarresas y de localidades vecinas.
Ese siglo XIX fue toda una pérdida de asideros comunes constitucionales e incluso fue la base para el gran fracaso colectivo de la guerra civil de 1936.
Hoy llevamos 40 años de una Constitución democrática exitosa que nos ha dado el periodo hispano más largo de convivencia fructífera. Pero, sin embargo, también asistimos a un intento de desdibujo constitucional que se parece demasiado al cuestionamiento de la unidad nacional y a la exigencia de privilegios de la reacción carlista de hace 150 años.
El relato histórico expuesto hasta aquí está dedicado a los diputados y senadores que dentro de unas semanas aspiran a hacer un Gobierno para todos. Nuestra historia reciente dice que sin Constitución o contra su espíritu roto por los egoísmos casi tribales vinieron años de enfrentamientos y retroceso.
Señores y señoras diputados: vengan si pueden a Santoña y reflexionen ante sus fuertes, baluartes y ruinas militares. Sepan que aquí hubo personas que dieron sus vidas por un ideal de igualdad que hoy también se quiere volver a conculcar. Eran mujeres y hombres consistentes en sus ideas, ejemplo poco frecuente hoy, que sabían bien por ellos mismos que el alma comunitaria suya y de su pueblo era la Constitución. Déjense de interpretaciones interesadas de su texto y abandonen esos impúdicos juegos partidistas para su manoseo al margen de la ciudadanía. Ustedes no tienen excusa para desconocer nuestra Historia. Aprendan en ella, no es mucho pedirles, que sólo ha habido fracasos colectivos cuando se ha alejado al pueblo de su destino común en libertad e igualdad.
Ustedes, representantes actuales de la ciudadanía, no pueden olvidar que la democracia es una verdad viva ajena a lo que hoy se observa en políticos que quieren hacer lo contrario de lo que decían y prometían cuando nos pedían el voto hace solo dos meses o, lo que es peor, querer hacer ahora lo que antes ocultaron torticeramente.
No hablen de amnistía para los que se jactan de que volverán a levantarse contra la Constitución. Tengan respeto a tantas personas que antaño no conocieron la traición y el deshonor constitucional. Vean en El Prado, lo tienen cerca, el cuadro de «El fusilamiento de Torrijos». Él y muchos más dieron su vida por alcanzar una Constitución como la que tenemos. Respeten su memoria y, sobre todo, respétense a sí mismos.
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