Diamantes musicales
En memoria de José Ignacio Peña
Manuel Teira Cobo
Jueves, 25 de julio 2024, 07:45
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Manuel Teira Cobo
Jueves, 25 de julio 2024, 07:45
Me han pedido que redacte el texto que no quería escribir. Por que yo no quería escribir de cuáles fueron sus orígenes, ni de su estirpe burgalesa ni de la casa en Miravalles. Ni tampoco del alegre orgullo con el que me contaba las cenas ... de Nochebuena en casa de su madre, con una docena de hermanos, sus parejas, muchos hijos, algunas parejas, nietos y puede que algún bisnieto que sentados entorno a varias mesas sumaban una población suficiente para llenar una parte de la España vaciada.
Tampoco quiero escribir de la pasión con la que intentaba envenenarme de Jazz, de recomendaciones de tal maestro o de aquel disco, o insistiendo para acudir a algún concierto a la plaza de la Trinidad en Sanse, dentro del programa de Jazzaldia, quizá en compañía de Paco. O siguiendo las explicaciones que nos dio Juan Carlos Calderón acerca de como instrumentó y produjo Mediterráneo, de Serrat.
No quiero escribir de aquellas juergas, largas, con parada en el Charlot a ver si estaba el Sabina o en el Pericote, donde la noche en que actuó el humorista Eugenio, el cantante que le precedió en escena (del que recuerdo su nombre pero me lo voy a callar) se vino arriba con la versión del Getsemaní de Jesucristo Superstar y al lanzarse de rodillas sobre las tablas, como hacía el Camilo Sesto, rajó la costura de la entrepierna de los pantalones dejando una imagen muy poco bíblica. No me apetece contar nada de cuando era pincha discos, en el Saja mayormente, poniendo música de interpretes ingleses y americanos poco escuchados aún por aquí. Tirando del Get Ready de Rare Earth cuando había que ganar tiempo para lo que se terciara.
Ni de su devoción por la radio, donde también estuvimos juntos. Primero como compañeros, después, él, como merecido director. En cualquier caso siempre entregado y referente en lo que a mi respecta. Tampoco quiero revivir los muchos conciertos a los que acudimos juntos. Desde un festival folk en Selores donde actuaba Manuel Luna, a grandes eventos como el Graceland Tour de Paul Simon, o la gira de Pulse de Pink Floyd o aquel de Bruce Springsteen también en Donosti. Al terminar el espectáculo fuimos a un bar de aspecto inglés sito en la misma avenida que da acceso al nuevo Anoeta. El lugar estaba a reventar, pero un individuo unos años más joven se encaprichó de él y comenzó a tirarle los trastos sin pudor alguno. El pollo se identificó como propietario de una conocida marca de agua embotellada castellana. Una divertida retahíla de piropos y requiebros que la audiencia, entre la que se encontraba, por supuesto Covadonga, disfrutamos a base de las rondas de gintonic a la que nos invitaba el Romeo con esa generosidad que solo da el amor.
No quisiera tener que escribir ni una sola línea de la otra pasión que nos unía, y que era el amor por nuestra ciudad. Primero, los dos, como miembros del Grupo de Opinión Quercus. Después, ya en el ayuntamiento, siendo él miembro de la Corporación municipal. No quiero escribir de su gusto por la conversación. No quiero escribir del hombre tranquilo. Por que al hacerlo asumo que ya no va a estar. Y yo no quiero tener que echarlo de menos.
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