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Antonio de los Bueis Güemes
Domingo, 2 de abril 2023, 07:46
Recientemente, el Ayuntamiento de Santander ha reconocido a Marcial Solana González-Camino como personaje ilustre, con la colocación de una placa en la casa donde nació (1880), vivió y murió (1958) este escritor: el 15 de la calle hoy llamada Ataúlfo Argenta, junto a la ... Plaza de Pombo. ¿Quién fue Marcial Solana? Principalmente, un historiador de la filosofía española, seguidor de Marcelino Menéndez Pelayo y estudioso de la tradición montañesa. Solana pasó una gran parte de su vida estudiando en la biblioteca que Don Marcelino regaló a la ciudad.
Este trabajo incansable dio sus frutos y fue muy valorado por hispanistas nacionales e internacionales. Sus más de cien publicaciones están repartidas por todas las bibliotecas de la geografía nacional e internacional y su esfuerzo obtuvo el reconocimiento de los especialistas y diferentes galardones.
Marcial Solana fue un político con buena formación humanística en derecho, filosofía, historia y teología. Ejerció durante un breve periodo como alcalde y como diputado nacional. También fue miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Fue nombrado Caballero de la Orden de Malta o de San Juan de Jerusalén en 1920. Esta orden hospitalaria tiene como lema «la defensa de la fe y el servicio a los pobres». Además, Solana participó de la vida eclesial de Santander, en Acción Católica, Adoración Nocturna, los Luises, reconstrucción del Seminario de Corbán…
Su papel en la vida cultural de la ciudad, durante la primera mitad del siglo XX, fue muy importante. Desde el Centro de Estudios Montañeses (CEM) realizó una gran labor como investigador de la historia y cultura de La Montaña, siendo vocal y presidente. Estuvo presente en la junta directiva de la Sociedad Menéndez Pelayo, cuidando y potenciando el legado de Don Marcelino.
Sus escritos (filosofía, historia, derecho, heráldica, teología), cursos y conferencias (Sala Narbón, Instituto Santa Clara, Colegio Cántabro…) están disponibles para ser consultados y valorados en la biblioteca del Seminario de Corbán, en el Archivo Catedralicio y Diocesano de Santander (ACDS), en el Archivo Histórico Provincial de Cantabria, en el Centro de Estudios Montañeses y en las bibliotecas provinciales y universitarias. La recientemente creada Sociedad Cántabra de Historiadores de la Filosofía Española reconoce sus valiosas aportaciones a nuestra historia filosófica, en la senda abierta por Gumersindo Laverde y Menéndez Pelayo.
Precisamente una frase de Don Marcelino es la que marcó el rumbo de la investigación de Solana: «España, madre de los más importantes escolásticos después de Santo Tomás». Todo su empeño será mostrar la verdad de esta idea y los méritos de sus protagonistas: Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Melchor Cano, Domingo Báñez, Alonso de Castro, Luis de Molina, Gabriel Vázquez, Francisco Suárez… La grandeza de estos filósofos le permitió afirmar que «fueron los españoles quienes elevaron la filosofía escolástica a la perfección que alcanzó en el siglo XVI». Por este trabajo, recibió el premio del Conde de Torreanaz, patrocinado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Más tarde, gracias al concurso promovido por la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias y al plan que diseñó Adolfo Bonilla San Martín, Solana se embarca en el gran proyecto de completar en 1941 la «Historia de la Filosofía Española. Época del Renacimiento (siglo XVI)». Por esta obra en tres tomos, obtuvo el premio Echegaray.
Su fin primordial para reconocer la existencia de la filosofía española fue: buscar la verdad, seguir un método de trabajo, progresar en el conocimiento y la originalidad del pensamiento. Todos estos objetivos se cumplen con los filósofos españoles del Renacimiento y, por tanto, merecen ser situados entre los más grandes. Además de escolásticos, había pensadores críticos y platónicos, peripatéticos, místicos, médicos-filósofos, independientes o eclécticos. Afirma Solana: «Es triste que mientras en otras naciones, como Francia y Alemania, singularmente, hasta filósofos oscuros son objeto de extensos análisis y de discusiones doctas, entre los españoles casi ni se leen ni se conocen los tratados de nuestros grandes filósofos».
Son muchos los paralelismos que existen entre Menéndez Pelayo y Marcial Solana. Las semejanzas son fruto de la admiración del alumno hacia su maestro. Son historiadores de la filosofía, polifacéticos por la variedad de temas trabajados. Son hispanistas, por su defensa de la cultura y aportaciones a la Historia de España. «No se debería escribir nada sobre los filósofos del siglo de oro sin leer antes lo que dijo sobre ellos Menéndez Pelayo», señala Solana. Acudieron a los clásicos para poder entender a medievales, renacentistas, modernos y contemporáneos. Ambos son doctores, académicos, políticos, críticos con el liberalismo de su época. Se sienten orgullosos de sus raíces cristianas y de la fe que recibieron. Donaron sus bibliotecas a la ciudad de Santander.
Vida, obra y pensamiento de Solana se han podido reconstruir a partir de documentos originales. Las aportaciones de su familia Zamanillo Peral han sido muy valiosas y ésta se siente orgullosa de este reconocimiento como personaje ilustre. Siguen apareciendo nuevas cartas, documentos y fotografías que permiten completar la biografía y el pensamiento de nuestro ilustre pensador.
Marcial Solana descansa en el cementerio de La Concha de Villaescusa, en el panteón familiar. Una localidad muy querida para él, en la que pasó muchos días de estudio, descanso y reflexión en la finca Rosequillo, teniendo el honor de ser Cronista del Real Valle de Villaescusa.
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