Un Norte vuelto Sur

Me pregunto si comenzará a transformarse nuestra conducta para parecerse a la de quienes viven al otro lado de la península. Siempre ha habido diferencias, no solo en este país nuestro, entre 'los del sur y los del norte. Muchos sociólogos defienden que el clima determina en buena medida el carácter de algunas sociedades. No es lo mismo sufrir duros y largos inviernos, con la nieve cubriendo los campos y ciudades durante meses, que poder ir a la playa de mayo a octubre y trabajar aplastados por el calor. A comienzos de junio, el termómetro de mi casa alcanza los veinticinco grados, el pasado verano llegó a los treinta (y por vez primera el aire acondicionado entró en nuestro vocabulario).

Me pregunto si se alterará nuestro comportamiento con el sol brillando sin apenas descanso, con los campos amarillos y la tierra seca, con temperaturas de agosto en mayo o junio, con el hecho de que cada vez hagan menos falta los abrigos y la ropa de verano llegue en primavera. ¿Con 30 grados a la sombra nos refugiaremos en nuestras casas y saldremos a la calle cuando se acerque la noche? ¿Pensaremos de manera diferente sin tener durante semanas un cielo encapotado sobre nuestras cabezas? ¿Nos deprimiremos más o menos? ¿Haremos todo más despacio? ¿Echaremos más la siesta? ¿Seremos más sociales? ¿Llegarán esos cambios, si es que llegan, de manera inmediata o será una transformación lenta? ¿Ir con menos ropa por la calle nos volverá más cariñosos, menos introspectivos, más simpáticos?