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Me recosté para leer a la sombra de un árbol (lo mejor del sol, dice la sabiduría popular, es una buena sombra) y me quedé dormido casi sin darme cuenta. Los ojos se me entrecerraban, mi mente era incapaz de comprender aquello que estaba leyendo, ... los músculos del cuello parecían no poder sostener el peso de mi cabeza. Pensar pesa (pensé mientras cabeceaba), aunque uno solo piense vulgaridades, ya sea despierto o al borde del sueño. Tras ofrecer un poco de resistencia, me rendí bajo las hojas del arce que me proporcionaban frescor y cobijo (no hay nada tan eficiente como la sombra de un árbol que impide el paso de los rayos del sol, pero permite que pase el aire).
Cuando desperté, caí en la cuenta de que me habían robado el libro que estaba leyendo (la poesía completa de César Simón editada por Pre-Textos). La cartera, el móvil y el ordenador portátil seguían en la manta de viaje que había extendido sobre la hierba, pero ese hermoso ejemplar de tapa dura y papel muy fino había desaparecido. Raro y misterioso todo. Más que nada porque los libros de poemas no interesan a nadie. Me acordé de una confesión, con el delito ya prescrito, del poeta Alberto Santamaría, que en su juventud robaba los libros de Austral en el Pryca de Peñacastillo. Habrá sido un poeta sin fondos, pensé, que va construyendo así, asaltando a los lectores que se quedan dormidos, su biblioteca personal. Sentí una repentina simpatía por esa persona que, pudiendo llevarse un ordenador, elegía un libro.
Es que eso no es delito ni hurto ni nada, me dijo un amigo después, porque se ha llevado algo que no tiene apenas valor. Además, añadió, los libros no tienen contraseña ni localizador GPS y si robas un móvil es un incordio. Me pareció bien que robar un libro no fuera delito. Quizás porque hace años me apropié de unos buenos ejemplares en un Parador Nacional. La biblioteca del alojamiento tenía cientos de ellos repetidos, enviados por el Ministerio de Cultura y Turismo para decorar por metros las estanterías. Los saqué escondidos en mi maleta. No me arrepiento.
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