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A medida que el cambio climático se acelera y nuestra reacción ante ello se ralentiza, una ingente suma de veraneantes asola Comillas y sus alrededores con urbanizaciones que vienen a desdibujar la naturaleza y el patrimonio de la villa. La avalancha es imparable. Vamos, ¡que ... pronto no la reconoceremos!
A no ser que la recién creada Asociación Comillas Naturaleza y Patrimonio germine y detenga este desaguisado que destruye parte de su belleza. Se trata de un foro abierto, apolítico y libre donde cada socio puede expresar su parecer sobre los problemas de la villa y su entorno que son muchos.
El más flagrante es el Proyecto del Agua que Antonio López encargó a Cristóbal Cascante (1851-1889), el arquitecto compañero de carrera de Gaudí quien trabajó en El Capricho y en otras obras comillanas controlando el flujo del agua. Cascante era un conocedor y experto en el tema del agua. Y lo sabemos bien a través de los legajos que obran en poder del ilustre comillano Marco Cobo que los ha salvaguardado hasta ahora. Se trata de la acometida de aguas desde Ruiseñada que viene a parar a lo que siempre se ha llamado Fuente Real junto al Parque del Sobrellano, la fuente que abastecía a todo el pueblo amén de ser un lugar de encuentro y que se llevó a cabo junto a las obras que se realizaron para la visita del rey Alfonso XII, invitado de López.
Este proyecto de desvirtuar 'Fuente Real', que extrañamente no está protegido por Patrimonio de Cantabria, ha sido encargado a un asesor que el Ayuntamiento ha contratado para programarlo e incluirlo en los fondos europeos Next Generation. Pero este cargo de asesor es cuestionable.
A la prueba está que este errático proyecto parece más un anfiteatro para acoger al botellón que una cuesta para acceder a El Capricho, cuya entrada principal y natural está en el camino al Sobrellano. Y en este proyecto equivocado se accede al garaje.
Otro disparate es querer destruir el muro de contención coronado por la barandilla que en los años cincuenta construyó el entonces alcalde que convirtió la playa salvaje de Comillas en una playa urbana, significando para la villa el inicio del turismo vacacional. La destrucción de este muro provocaría la llegada del agua del mar inundando la explanada y afectando las viviendas adyacentes. No se debe destruir sino reparar y consolidar. Las caravanas campan por sus respetos sin ninguna reglamentación hasta invadir los alrededores del cementerio monumento emblemático de la villa, y se prima la cantidad frente a la calidad. El colmo es el proyecto de colocar una ballena más propio de disneylandia que de una villa marinera.
Hay que proteger el Patrimonio Histórico y Paisajístico de la Villa ante la mano negra de la falsa modernidad que intenta desvirtuarla a fin de que Comillas deje de ser uno de los pueblos más hermosos de España.
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