El delator

Nadie sabe cómo es. Un enorme halo de misterio le rodea desde que hace un año decidió emprender una cruzada contra la corrupción en la ... Administración regional con una comunicación anónima que aún mueve los cimientos de la Consejería de Obras Públicas. ¿Por qué lo hizo? Pueden poner encima de la mesa todas las especulaciones que quieran, pero lo cierto es que un buen día, para disgusto descomunal de algún (presunto) corrupto y agradecimiento mayúsculo de cualquier ciudadano de a pie, desveló lo que estaba ocurriendo en el Servicio de Carreteras de esa Consejería. Gracias a nuestro personaje misterioso nacía, sin él saberlo todavía, el 'caso Obras Públicas', la mayor trama de corrupción en la historia de la comunidad autónoma, cuyo proceso judicial prosigue. Pero no se quedó ahí. El denunciante anónimo también decidió alertar días después a la Agencia Tributaria de que investigara en la empresa pública Gestión de Viviendas e Infraestructuras en Cantabria porque parece que, también, se cocía algo turbio relacionado con los sistemas de contratación. Nacía, sin él saberlo tampoco, el 'caso Gesvicán' que hemos conocido hace unos días con un nexo común entre ambos procedimientos: el mismo delator convertido ya en superhéroe sin capa. ¿Y quién será? Está ahí, entre nosotros. Puede ser ese vecino amable con el que nunca ha mantenido una conversación, pero que le saluda cuando coinciden con los perros en la urbanización. O ese runner del bloque de enfrente al que ve salir de casa con las zapatillas voladoras más modernas del mercado para correr por asfalto cuando más llueve. O quizá sea la persona trajeada que se está devorando la tablet mientras apura a sorbos el café solo sin azúcar que se pidió en la barra del bar que usted frecuenta a diario. Quién sabe dónde puede estar ahora y si volverá a utilizar sus superpoderes deslumbrantes para desenmascarar a los malos de estos y otros 'casos'. Le esperamos. Somos fans del delator.