Delirio artificial

Que no salga de aquí, por favor, pero estoy muy preocupado. Nervioso, inquieto. Se lo cuento a usted porque es de mi confianza y sé que sabrá guardar el secreto. No se asuste: quieren acabar conmigo, quitarme de en medio. Sí, sí, de un plumazo. ... Adiós comentario quincenal, adiós a mis trescientas y pico palabras, adiós a las reacciones de los lectores, adiós a las posllamadas, adiós al 'Contra las cuerdas'. Adiós, goodbye, au revoir, arrivederci. No lo entiendo, tampoco era para ponerse así, un poco de crítica constructiva nunca viene mal. No tengo la culpa de que el crecimiento económico de esta región no vaya tan bien como parecía, al menos comparado con la media de España. Échensela a los señores del Icane que han puesto encima de la mesa los datos. Por cierto, tampoco fui yo el que fichó a los dos consejeros amortizados a las primeras de cambio. ¿O acaso tengo la culpa de que se suspendan operaciones por falta de médicos? Eso en el Gobierno, pero qué me dicen de la oposición. Igual no les ha parecido tan divertido como a mí que hable de la cruenta guerra que se traen en el partido del todopoderoso presidente del país para ver quién toma el mando en la región. O, en el otro, ver cómo están a la espera de que el jefe supremo durante cuatro décadas diga «hasta aquí hemos llegado», si es que lo dice algún día. Y cómo no iba a escribir del eterno AVE, del tren a Bilbao, de La Pasiega y su intermodal, del papeluco, del papelón, del súperpresidente, de sus ministros... Vale sí, un poco de mala leche puede haber, pero sin acritud. El caso es que estoy en un lío y tengo que hacer algo para salir de él. Repito: quieren eliminarme. ¿Quién? No, esos no. No piensen mal, esta gente no sería capaz. ¿O sí? Es algo mucho peor. Tengo que huir de esa inteligencia artificial, antes de que me suplante y acabe escribiendo por mí.