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Menos mal que cambió de opinión. Colgar los guantes cuando aún hay margen para continuar al más alto nivel y se puede seguir sacando rentabilidad a un deporte en el que son muy pocos los elegidos que lo logran, era la peor opción. Pero fue ... una posibilidad que estuvo encima de la mesa. Menos mal que ahí estaba ese amigo insistente que no se cansó de repetirle lo que todo el mundo del boxeo pensaba, que no era el momento del adiós, que estaba en lo mejor pese a sus dos derrotas en tierras americanas. Menos mal que ahí estaba su entorno del gimnasio para decirle que aún tenía fuerza, física y mental, para seguir peleando. Y menos mal que la familia siempre está ahí, para lo bueno y para lo malo. El boxeo cántabro, el español, está de enhorabuena porque El Niño vuelve a competir un año después de su derrota ante Tony Harrison en Las Vegas, un traspiés del que ha costado levantarse. Y vuelve a pelear en casa, donde estará arropado una vez más.El sábado comienza una nueva etapa con planes ambiciosos en el horizonte, aunque todo pasa por ganar al argentino Ricardo Sebastián Cabaña. Y para ello lo tendrá que dar todo, como siempre. Será extraño no ver en la esquina a su entrenador de toda la vida, pero su campamento en las instalaciones de la Universidad de Loughborough, en Leicester (Reino Unido), con el gallego Ángel Fernández, asegura un regreso con garantías porque, además, Sergio García está con ganas de demostrar que seguir ha sido la mejor opción. Y eso es lo más importante de todo. Menos mal.
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