La situación política en Cantabria representa, en nuestra opinión, una excepcional oportunidad para que el PSOE pueda trasmitir un proyecto político de región, para presentarnos ... como alternativa sólida ante otras opciones inciertas, o de probada ineficacia.
Tenemos un Gobierno regional flojo, que no convence ni a los votantes del PP, y que está evidenciando que, más allá de resucitar proyectos que responden a modelos de desarrollo superados hace décadas (carretera Potes–Reinosa, funicular de Vega de Pas, construcción en suelo rústico…), no es capaz de elaborar hojas de ruta estratégicas que ayuden a solventar las endémicas carencias que lastran algunos de nuestros sectores productivos, o de abordar otros retos que se nos van a presentar en el futuro inmediato, como puede ser el modelo turístico que queremos para Cantabria.
Más de lo mismo para una región y un entorno cambiante, que requiere nuevos planteamientos y, sobre todo, planificación estratégica para afrontar el futuro. No vale hacer lo de siempre, cuando numerosos indicadores, económicos, sociales y ambientales, nos están diciendo que Cantabria no va bien, que pierde fuelle. Y la solución, que nadie se engañe, no pasa por echarle la culpa a otros.
El segundo actor en la política regional es el PRC, atribulado en los últimos meses, que duda entre acercarse al PP y acceder a un futuro gobierno en coalición, su hábitat natural, o confrontar abiertamente con el Gobierno para mostrarse como alternativa bien diferenciada. Pero, sobre todo, el PRC afronta con incertidumbre la ineludible renovación del liderazgo de Miguel Ángel Revilla. El pragmatismo, y el oportunismo, con el que ha sabido conducir su partido, le ha permitido formar parte de gobiernos de coalición tanto con el PSOE como con el PP, y crecer, apoyándose en ese poder institucional, hasta alcanzar el hito de haber sido el partido más votado en las elecciones de 2019. Sin embargo, este eclecticismo político practicado durante décadas acarrea consecuencias, y una no menor es la difuminación ideológica del partido, más allá de la genérica 'defensa de los intereses de Cantabria' (¿hay algún partido que no quiera defender los intereses de Cantabria?).
Sin argamasa ideológica, sin sucesores claros, sin experiencia en afrontar cambios de liderazgo, y con endebles estructuras orgánicas que aplaquen tensiones, el riesgo de una pugna entre los distintos sectores aspirantes a controlar el partido, se convierte en una posibilidad muy real y de incierto resultado.
En esta situación, la pregunta que muchos se hacen es si el PRC logrará ser algo más que Revilla, o fue un exitoso proyecto personal que duró unas décadas. En cualquier caso, los próximos meses, o años, no van a ser fáciles para los regionalistas.
Y en este escenario, muchos esperábamos que el PSOE de Cantabria surgiera planteando un proyecto político bien trazado, reconocible, y moderno para la región. Exponiéndolo con convicción y argumentos, para demostrar que es posible, también en Cantabria, desarrollar un proyecto de avance, como está haciendo Pedro Sánchez a nivel nacional.
Pero lo que percibimos es una ausencia clamorosa de discurso político en positivo, y un declive muy generalizado en la actividad de las agrupaciones locales del partido, algunas como consecuencia de haber sido intervenidas por la Ejecutiva Regional.
La ausencia de discurso político y debate orgánico no se puede sustituir por la simple presencia en redes sociales protagonizando vídeos sobre las más variadas actividades, y sin que algunos alcancemos a comprender cual es el mensaje político oculto en comerse un sobao, o en ir de romería en romería. Intentar suplir la argumentación política por una campaña de imagen personal exenta de contenido, raya la ingenuidad.
Otro de los objetivos pendientes es trabajar la capacidad de convicción. La credibilidad se consigue cuando se actúa de acuerdo con lo que se predica. Por ejemplo, es fantástico que el PSOE haya rectificado su posición con respecto a la construcción de viviendas en suelo rústico. Pero algunos nos recuerdan que pudiéndolo haber evitado cuando se formaba parte del Gobierno regional, no solo no lo hicimos, sino que propiciamos una modificación de la Ley del Suelo que lo facilitaba. Para ser ahora creíbles, se debería acordar con todos los ayuntamientos socialistas que, aplicando sus competencias, se garantice la preservación del suelo rústico de la construcción.
Y lo mismo resulta en otros ámbitos: está muy bien denunciar las carencias en la atención sanitaria en el ámbito rural, pero hay que explicar cómo se va a contratar y pagar los sanitarios que habrá que incorporar. Está muy bien proclamar la defensa del sector primario, pero hay que exponer qué medidas estructurales se tomarán para que la actividad ganadera, pesquera, o agrícola, no se asiente exclusivamente en reclamar más subvenciones, y pueda acomodarse y crecer en el escenario definido por la Agenda 20 30. No resulta muy convincente que nuestros diputados y senador voten en Madrid una cosa (como el Lespre), y aquí, algunos, aboguen públicamente por lo contrario para intentar no enfadar a sectores muy concretos.
No nos resignamos a que nuestro partido derive hacia la insustancialidad, y pedimos que se dé voz a los militantes para que puedan participar en la construcción del proyecto político y, en consecuencia, que se fomente y respete el debate en la agrupaciones locales. Por último, nos parece fundamental recuperar para el trabajo del partido a todas aquellas personas que, en los últimos años, han sido apartadas simplemente por discrepar. Necesitamos las aportaciones, el conocimiento, y la experiencia de todos. Necesitamos cambios.
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