Secciones
Servicios
Destacamos
Como bien dijo ayer Fernando Grande-Marlaska, «un país no puede aceptar un ataque violento a sus fronteras». Lo fue, sin duda, el que protagonizaron 1.700 subsaharianos que intentaron entrar por la fuerza en España a través de la valla de Melilla el pasado ... 24 de junio. Pero ningún país puede aceptar tampoco sin más, como si fuera una circunstancia normal, al menos 23 muertos y 70 desaparecidos tras la respuesta a esa avalancha por parte de la Policía marroquí con el apoyo de la Guardia Civil. Ni la vulneración de derechos fundamentales y de la normativa en materia de asilo y migración que, según varias investigaciones, rodeó una tragedia que, por muy incomprensible que resulte, sigue sin ser esclarecida cinco meses después. Las explicaciones ofrecidas ayer por el ministro del Interior en el Congreso nada nuevo aportaron a una versión oficial desmentida de forma contundente por múltiples grabaciones de los hechos, datos y testimonios recabados por diversos medios de comunicación y las pesquisas de la Fiscalía y el Defensor del Pueblo.
Marlaska llegó acorralado al Parlamento y no salió en una situación mejor después de que quedara de manifiesto su soledad en esta materia, visualizada incluso en los numerosos huecos en los bancos del Gobierno. Unidas Podemos y los socios habituales del Ejecutivo se desmarcaron sin tapujos de sus palabras, según las cuales «no hubo pérdidas humanas en territorio nacional» y la intervención policial estuvo exenta de cualquier exceso o irregularidad. Varios vídeos muestran, sin embargo, cuerpos inertes en lo que a todas luces es suelo español, a donde, en contra de lo defendido hasta ahora por el ministro, entraron gendarmes marroquíes que los trasladaron a su país; en algunos casos, a rastras. Las devoluciones 'en caliente' de al menos 480 personas, cuya legalidad defendió, y la falta de auxilio a heridos de gravedad comprometen al titular de Interior, que acusó de la tragedia a los migrantes y eludió cualquier crítica a Marruecos.
La comparecencia de ayer fue la condición del PP para evitar con sus votos una comisión de investigación que tiene pleno sentido. Marlaska, cuya dimisión exigieron los populares, desaprovechó la oportunidad en un asunto muy sensible que le ha puesto contra las cuerdas y en el que es preciso llegar hasta el fondo para que resplandezca la verdad y depurar cuantas responsabilidades sean precisas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.