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Llevo un tiempo preguntándome cómo hizo la tenista cántabra Cristina Bucsa para dormir el día que ganó la final de dobles femenino del Mutua Madrid Open. Nunca una pareja de españolas había logrado ese título, y así posaban, con las bandejas de plata sobre sus ... piernas como si fueran la hostia consagrada a un dios enorme y caprichoso. Y digo caprichoso porque aunque a ese dios se le reza en todos los deportes, en el tenis sobremanera ya que es de impulsos poco previsibles cuando hay una red por medio: se le puede poner uno a su favor entrenando a todo lo que da el cuerpo y la mente, pero en la raqueta, como en tantas cosas, a veces no es suficiente con seguir hacia delante y sudar.

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