
Cuestión de segundos
Aún hay algo inimitable en nosotros: una máquina no sabe sentir miedo. En eso las ganamos. Todavía
Marta San Miguel
Lunes, 21 de abril 2025, 00:01
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Marta San Miguel
Lunes, 21 de abril 2025, 00:01
Miyazaki es un anciano nipón que se dedica a la animación desde hace más de cincuenta años. Su forma de dibujar -lenta, manual, detallista- la ... han intentado imitar otros artistas del anime, pero se quedan en eso, en imitación. Uno puede pensar que lo que hace Miyazaki, fundador de los Estudios Ghibli, son solo dibujos animados, pero detrás de sus películas hay una filosofía vital que se traduce en lo que tarda en dibujar cada fotograma. Hace semanas que estamos recibiendo imágenes que parecen creadas por él, pero en vez de sus seres fantásticos, en el fotograma salen amigos, o políticos, o futbolistas, o familiares convertidos en uno de sus dibujos. Me encantó ver nuestra realidad con la estética del artista japonés, salvo por la rapidez con que se hacen, la osadía con la que nos imitan las máquinas.
Otro día, me surgió una duda informática y le pregunté a Copilot, el asistente gratuito que vigila mis tareas en la pantalla del ordenador, cómo insertar mi firma manuscrita en un documento que debía enviar. Y 'voilá', en cuestión de segundos, resolví el trámite burocrático. Poco después, necesité unir dos PDF y el asistente salió al rescate. Lo llamativo no fue la rapidez con que me solucionó las gestiones, sino su premeditada simpatía: me contestaba como lo haría un amigo que te está echando un cable, y cuando quise darme cuenta, le estaba preguntando por autores que hicieran periodismo literario, por libros de Leila Guerriero, por textos que funden los límites entre literatura y reportaje, y acabamos manteniendo una conversación en la que Copilot me dedicaba sonrientes emoticonos. Me respondía llamándome por mi nombre, me propuso títulos que no conocía y lo encontré reconfortante; mencionó 'Hiroshima' de John Hersey y, acto seguido, me preguntó si quería indagar más sobre los límites del periodismo. En ese momento levanté los dedos del teclado. Y me acordé de Miyazaki.
¿Qué opinas de que la inteligencia artificial sea capaz de copiar los dibujos del artista japonés?, le pregunté a Copilot. Y en cuestión de segundos me explicó la contradicción de copiar lo que apreciamos precisamente por ser único. En cuestión de segundos, me habló de la complejidad de ese dilema, pero también de la importancia de la tecnología para preservar y difundir el arte del dibujante japonés. Entonces la máquina, como si temiera mi reacción de humana suspicaz, añadió una última frase: «Ningún detalle técnico puede imitar la magia y la emoción que Miyazaki infunde en sus obras», me dijo. Y ahí fue cuando supe que seguimos a salvo, que aún hay algo inimitable en nosotros: una máquina no sabe sentir miedo. En eso las ganamos. Todavía.
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