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No sabría decir si da más miedo el sonido del viento atizando las ventanas o el nombre que le damos a los fenómenos atmosféricos que generan el tiempo de estos días. Son como invasiones de lluvia, olas y ramas enloquecidas, y no sabes si salir ... con paraguas o dejar que el viento te quite el agua de encima a tortazos. Es así cada enero, cada febrero; es así cada invierno, en realidad, y sin embargo, no deja de ser un recordatorio de lo cerca que estamos del azar, de que algo de repente se tuerza y te afecte, te implique, te moje, te deje en tierra, te deje sin luz, te arranque el tejado. Porque si algo nos advierte, por ejemplo, este último golpetazo de mar que ha llenado El Sardinero 'solo' de arena es que alguna vez estuvimos a su merced, y en cualquier momento puede volver a pasar.

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