Falta en defensa
¿Qué harían si les metieran el dedo en el ojo? Abdul-Jabbar usar gafas en la NBA y el ministro de Transportes, silenciar oponentes
Marta San Miguel
Lunes, 18 de diciembre 2023, 00:01
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Marta San Miguel
Lunes, 18 de diciembre 2023, 00:01
Los jugadores de baloncesto que tenían delante a Kareem Abdul-Jabbar allá por los años 70 se enfrentaban en realidad a sí mismos. Durante las 20 temporadas que jugó en la NBA, el gigantesco pívot logró récords históricos: fue el mayor anotador de la competición, ... el que más minutos jugó o el que más rebotes capturó. Primero en los Bucks y después en los Lakers, Jabbar puso el listón de este deporte por encima de sus 2,17 metros, y como superarlo era material y técnicamente imposible, sus contrincantes le llegaron a meter los dedos en los ojos. ¿Pero por qué se cebaban con sus ojos y no con otra parte de su cuerpo? Uno no puede parar a un camión en marcha, pero si le pinchas las ruedas, consigues el mismo efecto.
Siempre queda la duda de la naturaleza de esa falta en defensa, porque la mente de un rival totalmente sobrepasado es imprevisible y casi nunca elegante. A estas alturas no hace falta hacer del deporte la metáfora de la vida para saber que cuando uno quiere ganar, o al menos que no le barran el orgullo, es capaz de realizar argucias fácilmente confundibles con la vileza. En los hemiciclos de nuestros parlamentos autonómicos, en el Congreso o en las redes sociales, es posible ver dedos en muchas córneas, pero también, ojos que se cierran para no verlo. Cuando es noticia que un ministro bloquea las cuentas de Twitter de la oposición o de periodistas contrarios a su ideología, me acuerdo de las faltas que le hicieron a Abdul-Jabbar, esas que casi le provocan un desprendimiento de retina y perder la vista. El pívot, lejos de dejar el baloncesto, decidió ponerse unas gafas transparentes, pero no para subsanar una miopía, sino para corregir la falta de visión de los otros, que no hacían más que tropezar casualmente con su iris.
Como los niños que se tapan los ojos para nos ser vistos, el ministro de Transportes Óscar Puente no debería dejar de mirar lo que tiene delante porque en la cancha juegan todos, los suyos y los rivales, incluso aquellos que tienen la manía de meter el dedo en el ojo porque no saben jugar de otra manera.
Kareem Abdul-Jabbar no quiso cerrar los ojos a pesar de los dedazos e hizo de las gafas una forma de resistencia; él, que este sábado cuando se cayó en un concierto y se rompió una cadera fue noticia internacional, sigue sin cerrar los ojos. Que se lo digan a Lebron James, que el pasado mes de febrero le quitó el récord de mayor anotador de la historia que ostentaba desde 1984, y ahí estaba Abdul-Jabbar en primera fila del estadio para verlo. En noviembre le quitaría también el de más minutos jugados. Me pregunto si le bloqueó después en redes sociales.
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