Golpe de pedal

Es muy sencillo: caen los copos de nieve y el paisaje habitual se transforma en algo totalmente distinto, y aparecen montañas delante de ti que a diario no ves porque más allá de Peña Cabarga hay una nebulosa difusa. Eso hace la nieve, dar la ... luz. Me gusta pensar que nuestra ceguera es estacional, y que la nieve, como el que se opera de cataratas, vuelve la realidad visible. Cada vez que sucede este milagro invernal hay, sin embargo, algo inquietante: a tu alrededor hay realidades que, a pesar de ser gigantes como cordilleras, eres incapaz de ver, y en cuanto la nieve se deshaga, volverá a ser invisible. Y eso me preocupa. La información que está cayendo estos días en Cantabria tiene el mismo efecto que los copos. Sería fácil decir que nos hemos quedado helados con la corrupción en los contratos de conservación de carreteras por las que pasamos a diario, pero lo que realmente me hiela la sangre es otra cosa: ¿qué más cosas pasan inadvertidas si no somos capaces ni de ver las montañas que tenemos delante? El presidente Revilla dijo esta semana que el sumario tiene más de 4.000 folios; hagan la comparación de cuánto abulta un cuaderno de 500 páginas y tendrán el símil paisajístico de lo que tenemos delante: como poco, vislumbro Alisas, el paraíso de los ciclistas. Un buen amigo que amaba ese deporte siempre me decía que lo mejor de la bicicleta era coger el 'golpe de pedal', algo que yo interpretaba como una simbiosis entre tus latidos y la pendiente, entre tu capacidad para respirar y perseverar con ritmo. Estos días, los periodistas que llevan este caso están con el piñón más grande para hacernos ver el desnivel moral con el que hemos convivido sin darnos cuenta. Solo espero que la nieve no les impida perder el golpe de pedal para descubrir esta y otras cimas de la ceguera humana.