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El mensaje llegó a media tarde con el mismo sonido que hacen todas las notificaciones del teléfono. «Has leído esto», ponía entre interrogantes. Y a continuación, añadía un enlace que, al pincharlo, te dirigía al sitio web donde 'esto' es la explicación del contenido de ... un libro editado hace cuatro años en nuestro país. En ese instante, dejé de forrar libros de texto y me alegré de haber recibido ese mensaje, que llegó con el mismo sonido que cualquier otro mensaje como si se pudiera equiparar todo lo que leemos, y por tanto, lo que experimentamos.
En la pastosidad de septiembre hay una adecuación a la liturgia de la vuelta y una sumisión a lo que esto supone. Así que en medio de la obediencia, pasada por agua y grisura si vives en este norte nuestro, un pequeño acto de rebeldía se recibe con aliento. ¿Pero qué rebeldía, pensarán? Pues la de ese mensaje: recomendar hoy en día algo que no es nuevo sino de 2020, y que encima sean entrevistas a referentes literarios del pasado siglo publicadas por la revista The Paris Review. Muchos de los protagonistas ya están muertos, si no la mayoría, pero todos son maestros de la novela, del cine, de la poesía, y por tanto testigos privilegiados del tiempo que les tocó vivir y que comprendieron para contárnoslo a nosotros. ¿Qué somos, parecen decirnos los protagonistas de ese libro, además de víctimas de este septiembre?
La actualidad nos obliga y nos obedece, y este mes sobre todo. Ahora toca retomar y olvidar, toca recordar la luz estival con escozor, como escuecen las heridas que te haces en tierra cuando te metes en el mar; toca ver las fotos y relamer los huesos de lo que comiste; pensar en los lugares y placeres como si la melancolía hiciera más fácil llenar la despensa o la mochila escolar. En septiembre toca apuntarse a centros deportivos, de estética o de idiomas. Toca conocer a los nuevos profesores y a los viejos compañeros. Toca reiniciar lo que nunca se detuvo, en definitiva. Todo es nuevo pero rematadamente antiguo: sabemos lo que viene y es preciso asumir propósitos en los que seguramente fallaremos. Y eso es lo que respondo al mensaje, que aquel libro formó parte de un propósito allá por 2020, cuando me lo regalaron: leería un perfil cada dos semanas, me dije (contiene más de un centenar en dos volúmenes). El propósito me duró varios meses, lo que duran hoy en día porque nos ponemos demasiados. Afuera llueve. Ha vuelto la rutina, esta columna cada jueves, el despertador, pero también lo que nunca hubo de irse, como las entrevistas del París Review. Es momento de retomar también lo bueno, no solo lo importante.
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