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En las plazas, los niños se mueven como una bandada de aves alrededor de la pelota. Corren con los brazos desplegados y en movimientos ondulantes mientras la pelota gira y gira. A diferencia de las aves, que al volar en el cielo dibujan auroras boreales ... de plumas y alas y se mueven veloces sin llegar a rozarse, los niños, en cambio, se chocan entre ellos, se estrellan contra el suelo, y a veces chutan la pelota, claro, pero otras chutan el aire o la rodilla del de enfrente, porque hay tal galimatías de patas y piernas que el juego en realidad no consiste en marcar sino en seguir esa pelota sin ningún sentido aparente. Cuando los veo jugar así, sobre ese suelo que carece de líneas de banda o de gol que den sentido a su juego, moviéndose en masa, pienso en lo atinado que resulta usar un pájaro como imagen corporativa de la red social en la que la información se multiplica al segundo por millones de usuarios que la seguimos cada día. La pelota de hoy es Ana Obregón y la gestación subrogada y ahí está la noticia y el debate consiguiente, como lo fue Shakira y su bronca musicada, o como lo fue el pifostio de los trenes en Cantabria, la canción de Revilla en el hospital y/o la corrupción de Obras Públicas. ¿Qué seguimos cuando seguimos la actualidad, dónde vamos cuando nos movemos tan juntos y a la vez todos? Me gusta pensar que las aves a veces se posan en un árbol a descansar hasta que su instinto los lleva donde han de ir, como los niños, que tampoco son conscientes de su altura pero siguen al balón y juegan y con eso basta. Me pregunto si seremos capaces de ver las alas que aún tenemos entre tantos picos, si llegado el momento podremos levantar el vuelo para ver desde lo alto el suelo en el que jugamos y descubrir que las líneas siguen ahí, pintadas y escritas para dar sentido al hecho de ser libres.

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